Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.

Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.

Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.

Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.

En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.

Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.

jueves, 16 de julio de 2009


Discepolo


Enrique Santos Discépolo nació el 27 de marzo de 1901 en el barrio de Once, parroquia de Balvanera, y una sospecha lo acompañó durante toda su infancia. Lo angustiaban las reiteradas humillaciones a las que lo sometía su hermano Armando, quince años mayor, cuando lo visitaba en casa de sus tíos donde el huérfano Enrique vivía, en el barrio de Palermo.
En los años de la Escuela Normal, las dudas quedaron de lado ante el desbocado maltrato de Armando.
El desprecio fraterno dejaba las cosas en claro: ni su hermana Otilia ni él eran hijos del napolitano Santo, el fracasado.
Años después los encontramos habitando una casa en la calle Rioja, en el porteño Parque de los Patricios. Enrique tiene 15 años, Armando 30. Frecuentan el grupo Artistas del Pueblo, integrado por el pintor Facio Hébequer y el grabador Adolfo Bellocq, entre otros. Planean todas las noches la revolución social y demonizan a Emilio Pettoruti, un pintor de origen proletario que se ha volcado a la vanguardia.
El único que defiende al hijo del modesto carbonero platense es el adolescente Enrique. Con argumentos inteligentes y desde la perspectiva de la libertad total, con un sólido discurso anarquista se destaca en los debates. Aplicando lecturas de Bakunin y del cajetilla Kropotkin seduce sin parar, y el remate final de sus discursos siempre es desopilante.
Los artistas lo adoptan como a un hijo.
A su hermano le da asco.
En esta época comienza en Buenos Aires la gran fama de Armando como dramaturgo. Se nutre hasta el robo de la enorme capacidad de su despreciado fratellino. No soporta que el producto del amor entre su madre y un desconocido brille con luz propia y tenga ese talento sin par. La ofensa es cotidiana.
Una noche, Enrique va con amigos a escuchar a una cancionista española que entona con éxito sus tangos. La visita en el camarín y ella, desenvuelta, lo invita a pasear en su Buick por los bosques de Palermo. Con Tania, Enrique por primera vez en su vida se siente querido.
Gracias a la gallega se libera para siempre de su parasitario hermano.
Es el año del estreno del tango “Malevaje”.
Se trata de la historia de un compadre que se enamora, y en lugar de pelear, pensando en su amada se larga a correr. El tango, estrenado por Azucena Maizani en el teatro Astral, impresiona a todos por el hecho inédito de que un malevo confiese su amor de esa manera:”pensé en no verte y temblé”, dice en estado de llanto.
Por esos años Enrique es colaborador del diario Crítica. Allí conoce a un joven dos años mayor que él, quién por no estar de acuerdo con su poética, lo desprecia públicamente.
Se trata de un compadrito frustrado llamado Jorge Luís Borges, que en las largas charlas de la redacción de la Avenida de Mayo, lo detesta con pasión.
Contaba Edmundo Guibourg, compañero de ambos, que le preguntó a Borges porque esa descalificación visceral por Enrique:-a los italianos no me conformo con odiarlos, también los difamo, contestó Georgie. Y balbuceó -Desde hace años estoy inventando una mitología de cuchillos, estoy dejando la vista en aras de una canción de gesta orillera, intentando crear una leyenda de la nada, y ese napolitano resentido me viene a escupir el asado.
-Si un guapo arroja el puñal y se larga a correr, que hago entonces con los hermanos Iberra, Nicanor Paredes, y todo ese lumpenaje que solo existe en mi imaginación. -El tango “Malevaje” me deja en ridículo porque se burla de los códigos del coraje acerca de los que estoy escribiendo.
-A un malevo nunca lo puede vencer el amor, concluye.
Todo lo dicho en la redacción fue suficiente para que Enrique desistiera de seguir colaborando con el diario.
Pocos días después es requerido por el cineasta Eduardo Morera para realizar junto a Carlos Gardel, lo que puede denominarse el primer video-clip nacional. La decepción periodística pasa a segundo plano En ese Video-Clip debe, en breve diálogo con el Zorzal, explicar la temática del tango “Yira…yira”. En el corto Gardel le pregunta por el significado del tango, y él responde:” el personaje es un hombre que ha vivido la bella esperanza de la fraternidad durante cuarenta años. Y de pronto, a los cuarenta años se desayuna con que los hombres son unas fieras”. Gardel acota:”Pero dice cosas amargas”. Entonces Enrique remata: “No pretenderás que diga cosas divertidas un hombre que ha esperado cuarenta años para desayunarse.”
Cuando el morocho se retira de la grabación sale a la calle junto a Morera. Dicen que dijo Don Carlos:-A este muchacho le he grabado muchos tangos. Me lo agradece pero no pasa de ahí. He tratado de hacerme amigo, pero él no sale de su tristeza. Luego se acomodó el sombrero y se perdió en la noche porteña.
En 1933, con el estreno del tango “Tres Esperanzas”, Enrique da todo por terminado: “no doy un paso más alma otaria que hay en mi”, y agrega: “cachá el bufoso y chau, vamo a dormir”. Es que Discépolo, herido de muerte desde la cuna, ya no quiere más. El dolor es su sentimiento cotidiano y está harto. La agonía durará 18 años.
De todos modos sigue componiendo y deja obras que lo consagran como el más original de los poetas de tango.
Ese lento camino hacia la muerte es interrumpido una mañana por el sonido del teléfono. En línea está Raúl Apold, nuestro Goebbels, que ostenta el cargo de Subsecretario de Informaciones de la Presidencia. Lo cita de manera perentoria para ese mismo día. El autor de la frase “Perón cumple, Evita dignifica” quiere que Enrique monologue por radio haciendo campaña política para la reelección del General.
Discépolo duda, dice que no, pero termina cediendo ante la prepotencia del funcionario. El día 2 de Julio de 1951, a las 20,35, comienzan sus charlas radiales denominadas “Pienso y digo lo que pienso”. Duran cinco minutos y son reproducidos por Noticias Gráficas. Se trata del célebre mordisquito.
A partir de ese momento el infierno cotidiano se acentúa. Comienzan a llegar al domicilio del poeta, en Callao 765, los discos de pasta de sus tangos, partidos al medio. Los contras no perdonan y hasta paquetes con excrementos llegan a su casa. Enrique permanece encerrado.
Una noche Tania lo convence para ir a comer al restaurante “Bologna”.
En la calle se cruzan con el actor Orestes Caviglia que, exiliado en Montevideo está de incógnito en Buenos Aires porque su nieta está enferma de poliomielitis. Habían trabajado juntos en 1930 en la obra “Invitación al Viaje”, de Jean Jacques Bernard y tenían desde entonces una excelente relación.
Enrique cuando lo ve sonríe y abre sus brazos. Caviglia lo mira a los ojos, le dice:-sos un mierda, y le escupe el rostro.
Es el fin. A partir de ese día su único alimento será whisky con pedazos de ajo. Bebe a diario la hiel de su desdicha. Tania pide ayuda y lo ven los mejores especialistas de Buenos Aires, entre ellos el célebre clínico español Juan Cuatrecasas que nada puede hacer ante un fundamentalista de la desesperación.
El 23 de diciembre de 1951 el cuadro se agrava.
Por la tarde se presentan sus amigos para despedirse en un caluroso día de verano. Discépolo no pierde el humor y parece agradarle la partida.
Le dice a su compinche de toda la vida:-Osvaldo, hasta la soledad me dejó solo.
Cuando oscurece su cuerpo es invadido por un azul de frío.
Susurra: -Tania, dame el pulóver de vicuña.
A las 23,15 hace mutis por el foro.

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