¿El General Perón esta en el paraíso?, preguntó uno en el café.
El que sabe del tema es el Sr. Musante, contestó el rengo.
Tomo la palabra Julio Paredes, el poeta del barrio:-Musante, usted que compartió la mesa con Carlos Gardel durante veinte años.
-Si, contestó el resucitado.
-Queremos saber si el General Perón es amigo del Morocho.
-El gran conductor comparte la mesa con Gardel.
La respuesta despertó el interés entre los concurrentes del café.
¿Gardel es peronista? Pregunto el Dr. Santo Laferlita.
-Gardel es partidario de la justicia social. Si bien de origen conservador, el Zorzal vio con buenos ojos lo sucedido el 17 de octubre.
¿-Se lo dijo él? Inquirió el vidente Locuco.
-Claro, contestó el Sr. Musante. Esa gloriosa tarde de octubre, el Morocho y otros tangueros siguieron los acontecimientos por radio.
-Locuco, invoquemos a Gardel y le preguntamos, dijo el rengo entusiasmado.
-Invocar a Gardel o a Perón es muy fuerte, podemos provocar un cataclismo, contestó Locuco.
-Prefiero traer a un testigo no tan importante y creo que el cantor Carlos Acuña, que es amigo de los dos, es la persona ideal, agregó.
-Carlitos Acuña es el personaje justo, subrayó Paredes.
De inmediato se materializó Carlos Acuña en una silla vacía.
-Me llamaron, comentó.
-Así es, contestó Paredes. –Lo hemos convocado porque, además de ser un gran artista, usted es amigo de Carlos Gardel y Juan Perón.
-A Gardel alguna vez lo había visto, pero murió cuando yo tenía 20 años. Nos hicimos amigos en el Paraíso.
En cambio el primer trabajador me honró con su amistad desde siempre. Cuando se radicó en Madrid, donde yo estaba viviendo, lo visitaba a diario en su casa de Puerta de Hierro.
Lo demás es historia conocida, el Macho saludó y se fue en 1974 y yo en 1999.
Cuando llegué al portón pregunté: -Decime Pedriño, como es la cosa por acá.
-Cada uno elije según el gusto, cielo o infierno, contestó San Pedro.
-Perón y Gardel donde están.
-Eligieron paraíso. Buscalos en el café “El Pensamiento”.
-Ahí los encontré y nos vemos todos los días. Cuando ustedes me invocaron Gardel estaba contando su encuentro secreto con Mussolini.
¿-Cuándo fue? Preguntó sorprendido Julio Paredes.
-En 1932. Carlitos se había dado cita en Milán para encontrarse con Isabelita Martínez del Valle, su novia Uruguaya para decirle que se tome el piro.
Estando en el Hotel Majestic lo llamaron diciendo que en el hall lo esperaba un delegado del Duce.
Cuando Gardel bajó escuchó:-Don Benito Mussolini quiere tener una reunión con usted.
El encuentro se produjo unos minutos después.
Gardel contó que Mussolini no le pareció gran cosa:-Parecía un verdulero del mercado de Beccar, comentó.
-Lo convoqué, dijo el Duce, porque soy admirador de su voz inigualable.
Así como creamos el famoso eje con España, Portugal, Alemania y Japón, quiero crear un eje artístico mundial.
Usted, Don Carlos, continuó Benito, será nuestro hombre en el hemisferio sur, donde tengo grandes esperanzas de que el fascismo triunfe. Pero no quiero que haga política. Lo que quiero es que cante. Tendría que comenzar grabando “Giovinezza” en español. En Italia la grabó nada menos que Beniamino Gigli. En los Estados Unidos, país que marcha hacia el fascismo, nos representa Bing Crosby.
Se da cuenta Gardel, usted en Buenos Aires, en Nueva York Crosby, en Italia Gigli, no nos para nadie.
Gardel le pidió un día para pensarlo, volvió al Hotel y le dijo a Alfredito Lepera:-Rajemos, Benito está más loco que Pascuál Contursi. Esa misma noche cruzaron la frontera rumbo a París.
-Eso no lo sabe nadie, comentó el Dr. Laferlita.
-Yo lo sabía, dijo Musante, me lo contó Gardel en mis épocas de finado.
-Usted quien es, preguntó Carlos Acuña.
-Yo soy Musante.
-¿Usted es el Sr. Musante? Debo decirle que dejó un gran recuerdo en la mesa gardeliana.
Todos comentan que tuvo la mala idea de resucitar, pero cuando vuelva Gardel lo recibirá con los brazos abiertos.
-Se agradece, sollozó Musante.
Continuó Acuña:-Me olvidaba de un detalle. Gardel le hizo un pedido al Duce y fue para su amigo Marambio Catán. –Don Benito, quiero interceder a favor de un compañero muy calavera que tiene problemas con el tango “Acquaforte”.
-Yo lo prohibí, contestó Mussolini. Dígale a su amigo que en vez de situarlo en la ciudad de Milán lo ubique en Buenos Aires y levanto la censura.
En la Italia Fascista no hay madres que sufren, ni chicos sin techo ni pan, concluyó eufórico Benito.
¿-Cuales son los tangos preferidos del Morocho? Preguntó el tordo inconsolable.
-Los tangos que compuso con Lepera. También la obra monumental de Celedonio Flores del cual es gran amigo. Le gusta Navarrine y canta cuando llega al feca: “No soy un borracho ni soy un cuatrero, señor comisario yo soy criminal”.
Le hice escuchar “Un boliche”, donde yo compuse la música y lo canta seguido.
-¿Y con Perón como se lleva?
-Son grandes amigos. El General es gardeliano de la primera hora. Además comparten la sonrisa.
Se conocieron en Avellaneda en casa del Intendente Barceló.
¿Cuáles son los autores preferidos de Perón? Preguntó el tordo Laferlita.
-Que grande sos es devoto de Discépolo al cual trató cuando era presidente.
Ël le sugirió a Apold para que discepolin hiciese “Mordisquito”.
También Cátulo Castillo es gran amigo del General.
Muchas veces Perón le pide a Gardel que cante “Tinta Roja” o “La última curda”. Dos tangos magistrales.
¿Y Cátulo concurre al café? Preguntó Paredes.
Todas las tardes. Es un hombre que irradia bondad y se ganó el afecto de todos. A veces lo lleva a Pichuco, su amigo más querido. Hacemos un dúo con Gardel y nos acompaña Troilo con el fuelle.
Aníbal es de cristal. Se quiebra enseguida. Cuando toca “Quejas de bandoneón”, llora.
Gardel lo carga y Aníbal responde que solo llora ante cosas importantes.
Le gustan también los tangos de Mariano Mores, que todavía no se constituyó por el lugar.
“Taquito Militar” es un tango que el general disfruta.
Tomo la palabra Don Julio Paredes y preguntó: ¿-Es cierto que usted regalaba cigarrillos fumados por Juan Perón?
-Es verdad. Cuando frecuentaba la casa del General en Madrid le habían prohibido el faso. Entonces Juan encendía un cigarrillo, pegaba tres pitadas, y lo tiraba. Yo los levantaba del piso y los guardaba. Llegué a juntar 30 en una tarde. Cuando volví a Buenos Aires regalaba a mis amigos los cigarrillos fumados por Perón.
¿-Estaba triste Perón en el exilio? Preguntó el rengo.
-El General se había criado en el campo y decía que las heladas mañanas de Madrid le traían recuerdos patagónicos. Una tarde precisó:-Sabes lo que me hace falta para que la semejanza con la estepa argentina sea completa.
-Que falta mi general, contesté.
-Las torcasas. Acá no hay palomas torcasas.
-A partir de esa tarde yo caminaba detrás de Perón haciendo el canto de la torcacita, que me sale patente.
-Un vulgar alcahuete del viejo, dijo Paredes mostrando su origen socialista.
-Estoy muy orgulloso de haber alegrado las tardes del Macho.
Y esa alegría que le brindé al gran argentino hoy me la reconoce y en la mesa del café “El Pensamiento”, me eligió como su compañero de codiyo.
Jugamos al tute contra la pareja formada por Gardel-Celedonio.
La otra pareja está formada por Charlo y San Pedro.
Pedriño, que sale con cara de gil en las estampitas, tiene un escracho que parece un ciruja del bajo Flores.
Después hay whisky y canta Gardel.
¿-Van mujeres al café? Preguntó el rengo.
-Rosita Quiroga va todos los días con su gran amiga Tita Merello.
Otro día les cuento, tengo que volver porque hay campeonato de Tute.
El primer trabajador me espera.