Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.
Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.
Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.
Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.
En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.
Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.
martes, 21 de septiembre de 2010
Rondinelli cuenta su verdad
-En mi Buenos Aires querido nadie se acuerda de mí, dijo con indiferencia el famoso “Rondi”.
-Por eso nos constituimos por acá. Mi nombre es Julio Paredes, y junto a la señora Malena Verdadera estamos trabajando para el relanzamiento de la revista “El alma que canta”.
Continuó el poeta del barrio:-Queremos que nos cuente el éxito notable de la famosa Jazz-Característica: “Varela, Varelita.”
-Eran dos hermanos, Oscar y René Varela, nacidos en Parque Patricios.
Comenzaron con el padre cantando temas españoles, pero en 1941 Luís Sandrini los convocó como teloneros de su programa “Felipe”, que se emitía por radio El Mundo. Ahí me llamaron y me incorporé pasando a llamarse el conjunto “Varela, Varelita y el trompetista Rondinelli”.
Eso nos dio gran popularidad y empezamos a trabajar a destajo.
Bailes los viernes y sábados durante años.
¿-Tuvo una buena relación con Sandrini? Preguntó Malena, la que esconde una esperanza humilde.-Porque del actor se comenta que no era un hombre fácil.
¿-Le parece señora? Contestó Rondinelli. –Porque Sandrini no tenía enemigos, solamente lo odiaban los amigos.
Lo mismo puedo decir de los hermanos Varela. Estuve muchos años con ellos y la gente me seguía a mí. Eso los irritaba hasta el insulto.
Además, un día en la revista que ustedes van a relanzar, salió un comentario exacto. Decía que la magia del conjunto estaba cifrada en su nombre, y que el único con valor artístico era yo.
La historia me dio la razón.
A eso se agregó que en la década de 1950 vino Louis Armstrong a Buenos y pidió conocerme. Toqué frente a él y prolongó su estadía para tomar clases conmigo. Eso a los hermanos Varela los hacía caminar por las paredes, e inclusive René Varela hasta el pelo de las manos de cabrero se arrancó.
El monólogo de Rondinelli fue interrumpido por la llegada de Louis Armstrong y Dizzy Gillespi. Ambos se sentaron a la mesa y pidieron whisky.
Paredes preguntó: ¿-Saben hablar español?
-No es necesario, comento Dizzy.-Este es otro mundo y si nosotros hablamos en inglés usted nos escucha en español. El único que nos escucha en nuestro idioma original es Dios.
Dijo Paredes dirigiéndose a Armstrong:-Con la señora le estamos haciendo una nota periodística a Rondinelli, y nos contaba que usted cuando estuvo en Buenos Aires tomó clases con él.
-Y al volver a Estados Unidos lo recomendé.
Siguió Dizzi:-Cuando fui a la Argentina por primera vez lo llamé y terminamos grabando “Vida mía”, con Osvaldo Fresedo y Rondinelli.
Miles Davis estuvo de incógnito en Buenos Aires para conocer al gran trompetista de las pampas, y concurrió a un concierto en vivo en el club “Estrella de Berisso”. Lo confundieron con un caboverdiano.
Miles llegó a la conclusión de que Rondinelli era el mejor trompetista de todos los tiempos.
-Sin embargo, como le pasó a Magaldi, en la Reina del Plata no se acuerdan de usted, acotó Paredes.
-Eso es obra de los hermanos Varela, contestó Rondinelli.
-Me hicieron mucho daño inventando historias falsas sobre mi persona.
-Porque no se defendió de ellos, dijo Malena, le que esconde una esperanza humilde.
-Porque todavía no se conoce la forma de decirles adiós a los policías.
Por suerte por acá no aparecieron.
Habló Tapia:-Quiere decir algo como colofón y cerramos la nota.
-Si, dijo Rondinelli. -En el cielo, y con un Dios que no condena a nadie encontré la paz. Ahora me dedico solamente a disfrutar de mis amigos que me acompañan ,y tocar con ellos.
A pesar del éxito en vida no encontraba mi lugar y está acá, con poetas y tangueros.
Y lo mas lindo es que el Paraíso es para siempre.
jueves, 16 de septiembre de 2010
sábado, 11 de septiembre de 2010
Declaraciones exclusivas de Leopoldo Lugones
Terminado el reportaje a Kafka, el vidente Locuco dijo:
-Mejor sería quedarse unos días acá, en el Paraíso, sin volver a Munro,
para no desgastar mis poderes.
Hay una réplica del Hotel “Las Delicias”, que existía en Adrogué; podemos alojarnos ahí.
Recuerden que mañana a la mañana tenemos cita con Leopoldo Lugones.
Paredes, Malena y el profesor Locuco hicieron noche en el otro mundo.
Al día siguiente, cuando entraron al café "El Pensamiento", Lugones ocupaba una mesa que daba a la ventana.
Se puso de pié y saludó a Malena, la que esconde una esperanza humilde, con un beso en la mano. Ubicados frente a la mesa Paredes, el poeta del barrio rompió el fuego:-Lugones, me llamo Julio Paredes, soy poeta y periodista, la señora es Malena Verdadera, y el señor es el famoso vidente Locuco.
No sé si recordará la revista "El alma que canta".
-Por supuesto que la recuerdo.
-Dejó de salir hace años, pero ahora, con el nuevo auge del tango, haremos un relanzamiento de la misma. Si bien conocemos su opinión sobre el tema, querríamos hacerle algunas preguntas.
-Con respecto a nuestra música de Buenos Aires quiero aclararles que mi punto de vista ha variado de manera radical, se despachó Don Leopoldo.
-Ya no es más un "reptil de lupanar", como pensaba de joven sino que es la más maravillosa música que ha dado una ciudad en el mundo.
Sepan que junto a mi compañera de baile, mi querida Emilia Cadelago, ganamos el último campeonato interplanetario en el rubro "Tango Malevo".
Curiosa, Malena, preguntó: ¿-Quienes fueron los otros ganadores?
Respondió Lugones:-De los conocidos por ustedes Franz Kafka y Carmencita Calderón ganaron en el rubro "Tango Fantasía".
Al rusito no hay con que darle, concluyó Leopoldo.
¿-Le gusta la literatura de Kafka? Preguntó Paredes.
-Uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, y además un gran tanguero.
Una tarde Franz me dijo: todos los días necesitaba escribir una línea en mi contra. Eso se terminó cuando descubrí la voz del Zorzal. Gardel me cambió la vida.
Lo mío es similar a lo que le pasó a Kafka. Cuando apareció Emilia en el Palacio Pizzurno, descubrí al mismo tiempo la pasión y la gola del Morocho.
Yo era un hombre frustrado, con un gran resentimiento por todo lo que viniera de afuera. Recuerdo una tarde de primavera que salí a caminar por la calle Florida y la encontré llena de gringos. Entré en el Jockey Club y lo primero que dije cuando me encontré con un amigo fue: los salvajes italianos están de fiesta.
Y ese odio contra lo peninsular me llevó a detestar al tango porque sus compositores tenían apellido italiano.
1913 fue el año del tango en Europa, cosa que me produjo gran indignación.
Entonces brindé una serie de conferencias en el teatro “Odeón” donde exalté la figura del gaucho como paradigma de la nacionalidad, y que ese paradigma estaba en el “Martín Fierro”.
Lo que no dije es que lo que más me gustaba del libro de Hernández en esa época, era la burla hacia lo “Papolitanos”, y que en una estrofa de gran belleza formal, los pampas ahogan en un charco a un gringuito cautivo.
Pero a partir de mi romance con Emilia cambié de manera total. Con ella nos encontrábamos en el mueble, y después del amor cantábamos tangos de Gardel. Todo lo arruinó mi hijo, el torturador, que encontró las cartas de amor y amenazó a los padres de Emilia con el escándalo y a mí con asesinarme.
Eso precipitó mi muerte, producida por una generosa dosis de cianuro, que bebí en el recreo “El Tropezón”, en el Delta.
Pero acá me reencontré con mi gran amor.
También le pedí disculpas a Gardel que ahora me honra con su amistad.
-Lugones, le quiero hacer una pregunta que usted puede no contestar porque es de carácter íntimo.
-Pregunte nomás.
¿-Existe el sexo después de la muerte?
-Por supuesto que si, exclamó exaltado Don Leopoldo. -Y es mucho más placentero que en la vida. Acá, como dice Swedenborg, todo es más intenso.
Hay un médico francés, Jacques Lacan, que además de ser traductor de Agustín Magaldi al francés, escribió un ensayo notable titulado “El sexo después de la muerte y la función del orgasmo en un finado reciente”.
Está buscando editorial.
-Para terminar Lugones, la revista va a salir con un CD. Querríamos que usted recite un poema para incluirlo en el primer número.
-El poema que más me gusta, de los tantos que escribí es “Salmo Pluvial”.
¿Puede ir?
-Por supuesto, contesto Paredes y sacando un pequeño grabador del bolsillo lo puso frente a Lugones.-Cuando quiera, Leopoldo, dijo Paredes.
Habló Lugones:
-Salmo pluvial
Tormenta
Erase una caverna de agua sombría el cielo;
el trueno, a la distancia, rodaba su peñón;
y una remota brisa de conturbado vuelo,
se acidulaba en tenue frescura de limón.
Lluvia
Saltó la alegre lluvia por taludes y cauces,
descolgó del tejado sonoro caracol;
y luego, allá a lo lejos, se desnudó en los sauces,
transparente y dorada bajo un rayo de sol.
Calma
Delicia de los árboles que abrevó el aguacero.
Delicia de los gárrulos raudales en desliz.
Cristalina delicia del trino del jilguero.
Delicia serenísima de la tarde feliz.
Plenitud
El cerro azul estaba fragante de romero,
y en los profundos campos silbaba la perdiz.
-Muchas gracias, Lugones, dijo Paredes.
Malena extendió su mano que besó Leopoldo con gran elegancia.
Interrumpió la magia la voz aguardentosa de Locuco:-Algo me dice que hay
que rajar. Rápido, la consigna.
Paredes, Malena, y el vidente cerraron los ojos y soñaron con la pinta de Carlos Gardel. Cuando los abrieron estaban en la calle Sargento Baigorria, frente a la Estación “Munro”.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
A Kafka le gusta el tango
extraordinaria, comunicaron a Julio Paredes, el poeta del barrio, y a
Malena, la que esconde una esperanza humilde, que debían constituirse
en el Paraíso. In situ, debían realizar una serie de notas periodísticas a
destacados cultores del tango para el relanzamiento de la revista "El
alma que canta".
Dijo el vidente Locuco:-Mis informantes celestiales me han dicho que
Franz Kafka es un gran bailarín de tango y le hace sombra al Cachafaz.
El viernes a la noche, después de comer una grande de muzzarella con
fainá en la Pizzería Astral de Munro, se concentraron en la pinta de
Carlos Gardel y en menos que duermo un rato estaban parados frente a la
puerta del Paraíso.
-Pedriño, abrí el portón, grito Locuco.
Entraron y se dirigieron al café “El Pensamiento”. Gente de tango no
había. Sólo estaba ocupada la mesa de los "Testigos de Cirilo Gil"
el boxeador argentino más grande de todos los tiempos. Los devotos de
Cirilo tomaban whisky en silencio.
Se abrió la puerta y entró Cátulo Castillo acompañado por un ser
diminuto, que llevaba en su mano derecha un sombrero hongo.
Dijo Cátulo:-El señor es Franz Kafka, un escritor notable y un tanguero
de la primera hora. Hizo las presentaciones del caso y se sentaron a la
mesa.
-Yo soy Julio Paredes, periodista y poeta; la señora es Malena
Verdadera.
¿-Usted es la Verdadera Malena? Preguntó Franz.
-Parece que sí, contesto tímida la señora.
-Soy gran admirador suyo. Todo lo que sé respecto a usted es a través del
tango y de algunos datos que me dio Manzi. Señora, gracias por venir.
Sin ninguna duda usted es la figura femenina más importante que ha
dado la música de Buenos Aires.
-Muchas gracias, dijo, sonrojándose Malena, la que esconde una
esperenza humilde.
¿-Le molesta si lo grabo? dijo Julio Paredes.
-No tengo problemas, contestó Franz.
Luego de encender el grabador Paredes preguntó:-Usted manifestó
alguna vez que le teme a los simulacros.
Contestó Franz:-No lo puedo remediar: temo todos los simulacros. El
"como si" es una trampa del mal. No existe cosa peor que la apariencia,
la cual invierte el efecto de las cosas.
Paredes expresó:-Estas palabras parecen declarar su total oposición a
todo eufemismo, y su conciente asunción de una poética realista.
-Es así. Y ese viaje hacia lo real me llevó por un sinuoso camino que
termina en el tango.
La angustia que sentí desde siempre está en esa música que descubrí en
Europa cuando tenía veinte años. El tango señala con claridad que las
metas existen, aunque no existan los caminos para alcanzarlas.
Es que para el tango la soledad no es la causa sino el resultado.
Paredes dijo: ¿-Qué experiencia puede usted sacar de la música?
Franz contestó:-El tango refleja la experiencia de la soledad humana y el
pathos de la exclusión en un sentido religioso muy profundo.
Escuche las letras de Antonio Podestá o Froilán Francisco
Gorrindo.
-Kafka, usted en su novela "El Proceso" señala que el hombre está
obligado a enfrentar un juicio de la vida donde existe un universo, cuyas
pautas y coherencias son inciertas e incomprensibles, habló Paredes.
Contesto Franz:-El drama comienza cuando advertimos que toda
existencia es un juicio cuya sentencia está dictada de antemano.
"Monte Criollo", de mi gran amigo Homero Manzi dice:
"Cuarenta cartones pintados
con palos de ensueño, de engaño y amor
La vida es un mazo marcado
baraja los naipes la mano de Dios."
¿-Quién nos maneja? La libertad no existe y como dice Fernando Pessoa,
la realidad no nos necesita.
Pero esto en pleno siglo XXI está mucho más claro: esto está dirigido a
todos los que creen que el futuro está en sus manos, y no saben que su
destino está en manos de los que se han apoderado del futuro de todos
nosotros.
Continuó Franz:-Ahora estoy investigando una letra de mi amigo
Santiago Adamini, es la de Trasnochando. Tiene muchos puntos en
común con mi pasado.
Ustedes saben que antes de morir le di mis manuscritos a Max Brod para
que los queme. No lo hizo, los publicó y me hize mundialmente famoso
post-morten.
Los dos mentimos. ¿Por qué no quemé los manuscritos y se los di a mi
amigo diciéndole que les prenda fuego?
Porque sabía que Max no lo haría. Y Brod adquirió renombre mundial
publicándome y dejando su obra al margen. Los escritos de Brod eran
flojos. Si hubiese quemado los míos y publicados los de él, hoy
seríamos dos desconocidos.
Volviendo al tema de Adamini hay metas pero, no se sabe como llegar a
ellas. Y cuando intenta un camino es muy confuso, camo mi relación con
Brod.
Como dije me refiero al tango Transnochando, una pieza rarísisma y de
gran valor alegórico:
Es inútil
dar la vuelta en el camino,
tendré que seguir el sino
de mi vida que se va.
Pero hermano,
yo te estoy agradecido,
ya lo ves, mi buen amigo,
no hay remedio pa'mi mal.
-Un tangazo, acotó Paredes y preguntó: ¿-Borges viene por acá?
-A diario, contestó Kafka. -Al atardecer tomamos una copa.
-¿Qué le parece su obra?
-No coincidimos por lo siguiente. Yo sostengo que él es el mejor. Borges
dice eso de mí. Los dos mentimos.
-Gardel también viene a esa hora, dijo Paredes.
-Pero Borges lo ignora. Dice que el mejor cantante de tango es Jorge
Vidal, que todavía no llegó por acá. Además Carlos Gardel es amigo del
General Perón y eso a Borges lo saca totalmente, afirmó Franz.
-Se sientan en otra mesa y Perón le hace cantar a Gardel "La marcha
Peronista". Es el momento en que Borges se retira y yo me siento con
ellos. Perón es un hombre de gran encanto y me explica acerca de la
comunidad organizada que el desarrolló y dejó el germen en su país.
-Pero a Perón lo acusan de facista y hasta de nazi, explicó Paredes
mostrando su origen socialista.
-Déjense de joder, contestó Kafka. -El General es un león hervíboro.
Perón no es nazi. Hitler era peronista, que es otra cosa.
¿-Para finalizar quiere agregar algo, preguntó Paredes.
-Si. Una de las más corrientes interpretaciones de
mis textos es considerarlos imaginarios y en consecuencia distantes de la
realidad. ¿Pero qué es lo real? ¿Qué es el tiempo? ¿Acaso es real el
pasado? Ahí coincido con Borges:
Que sólo es tiempo. El tango crea un turbio
Pasado irreal que de algún modo es cierto,
El recuerdo imposible de haber muerto
Peleando, en una esquina del suburbio.
-Kafka, muchas gracias por haber colaborado con su inestimable
inteligencia. Ha sido un honor, concluyó Paredes.
-Esta entrevista me a permitido conocer a Malena. El honor es mío.
Bibliografía:
Kafka.
Max Brod.
Editorial Emecé
Buenos Aires 1951.
Kafka, una poética del realismo.
José Isaacson.
Diario "La Nación" 1994