Miembros de la Secta Esotérica "Testigos de Gardel"
Transcurría tranquila la mañana en el café cuando llegó el vidente Locuco visiblemente alterado.
-Anoche, por vías paranormales, se comunicó el ciego inconsolable del verso de Carriego. El que fuma en el umbral.
Me pidió que los convoque el viernes a medianoche en mi casa de Múnro porque traerá un mensaje de Carlos Gardel para nosotros.
El comentario de Locuco impresionó a los integrantes de la Cátedra del café.
El Doctor Laferlita comentó:-No puedo creer que Gardel quiera hablar conmigo, y se largó a llorar.
Julio Paredes dirigiéndose a todos dijo:-Escuchemos el mensaje del ciego inconsolable; después vemos si hay que llorar o no.
El viernes a medianoche estaban sentados ante la mesa redonda en casa del mago de Munro.
El vidente Locuco susurró las palabras correspondientes y de inmediato se materializó el ciego inconsolable del verso de Carriego que fuma sentado en el umbral, expresó:-Antes que nada, buenas noches. Soy el delegado personal de Carlos Gardel. Les ruego que esperen unos minutos porque vino conmigo el ciego Tiresias. Se fue a caminar por la calle Corrientes pero se presentará enseguida.
¿-Dejó de fumar? Preguntó Paredes.
-Si, contestó el ciego inconsolable.
-Pero igual no encontró un consuelo, continuó Peredes.
-Si encuentro consuelo dejo de pertenecer al mundo del tango.
Entonces tendría que recalar en el café de los eufóricos, donde se escuchan bambucos y cumbias. Sería espantoso, concluyó el ciego inconsolable.
De improviso se materializó Tiresias que verborrágico arrancó:
-La calle Corrientes ya no es la de antes. A medianoche, hace 50 años, había multitudes, y no estoy de acuerdo con otro ciego que dijo que el rostro de la gente que circula de noche por la calle que nunca duerme adquiere aire canallesco.
¿Dónde está esa multitud? Preguntó Tiresias.
-Está muerta o en geriátricos, contestó Paredes. Continuó:-La noche porteña, a la que usted se refiere, tiene fecha precisa de defunción: 18 de mayo de 1975 día de la muerte de Aníbal Carmelo Troilo.
Habló el rengo:-Tiresias, usted nos da sus impresiones sobre la actual calle Corrientes, pero son las conclusiones de un ciego.
-Mi buen amigo, dijo Tiresias.-Su racionalismo heredo-socialista me abruma. Como escribió el poeta Eugenio Mandrini, en el reino de los ciegos, los ciegos ven.
Malena, la que esconde una esperanza humilde, preguntó:-Tiresias, siempre tuve dudas sobre su relación con Edipo. Sobre todo cuando le comunica que ha matado al padre y tenido sexo con su madre. Mi opinión es que se lo podía haber ahorrado.
Contestó Tiresias:-Malena, tres mil años después puedo contar la verdad. Lo que dije al finado Edipo no era cierto. Me arrepentí porque todo terminó muy mal. El pibe se arrancó los ojos por culpa mía.
¿-Y usted qué hizo? Preguntó el tordo Laferlita.
-Eché a rodar por el mundo mi afán de glorias y besos. Contestó el ciego y agregó.-Por suerte todo se había olvidado hasta que apareció el brujo de Viena e inventó una triste historia. El rusito tenía buena pluma y el desarrollo del tan mentado complejo de Edipo está bien contado y por ese motivo le dieron el premio Goethe en 1928; un premio literario.
Lo que no entiendo es como se lo pueden tomar en serio, concluyó.
El vidente Locuco interrumpió:-El ciego inconsolable del verso de Carriego nos trae un mensaje de Carlos Gardel.
-Así es. El Zorzal está organizando un festejo en el café “El Pensamiento”.
El motivo es el Bicentenario y hemos venido a invitarlos.
Dijo Don Carlos que sería un gran honor para él y para todos los tangueros del Paraíso contar con vuestra presencia.
La invitación cayó como un balde de agua fría sobre los Catedráticos.
¿-Tenemos que ir hasta allá? Preguntó el rengo aterrado.
-Por supuesto, contestó el ciego inconsolable.
-No hay ningún problema, manifestó el vidente Locuco.
-Con el Espiritismo Científico que yo practico los puedo llevar al Paraíso en segundos. También les puedo garantizar la vuelta.
Paredes rompió el silencio:-Yo me anoto.
Lo siguió Malena:-Yo también.
¿-Y usted Musante nos acompaña? Preguntó Paredes.
-No se, contestó el Sr. Musante. -Ya estuve y es un mundo maravilloso.
Lo que es muy feo es el regreso. Pero voy a ir. Gardel vale el esfuerzo.
¿-Y usted Laferlita?
-Voy con ustedes, contestó, llorando, el tordo.
-Tienen que estar en la puerta el 25 de Mayo al atardecer, dijo el ciego inconsolable.
Habló Tiresias dirigiéndose al rengo:-Usted también puede ser de la partida. Además podemos hacer un milagro. Cuando San Pedro abra el portón usted podrá caminar sin las ortopédicas. Eso si, cuando regrese las tendrá que usar de nuevo.
El rengo miraba a Tiresias emocionado.
Cerró el ciego inconsolable:-Nos vamos. El 25 de mayo los espera Carlos Gardel y desaparecieron.
El vidente Locuco expresó:-El 25 de mayo a las seis de la tarde en punto estén acá.
La tarde fijada se dieron cita en el viejo caserón de Munro.
El vidente Locuco los hizo sentar alrededor de la mesa ovalada y dijo:
Agarrense de la mano, cierren los ojos y sueñen con la pinta de Carlos Gardel.
Segundos después se encontraban de pie frente a un portón de madera pintado de un verde luminoso.
-Pedriño, abrí el portón, gritó el vidente Locuco.
San Pedro abrió la puerta y los hizo pasar.
-Los acompaño, dijo.
Cuando estaba cerrando con llave, Paredes le comentó al Sr. Musante:-No me había dicho que San Pedro portaba escracho semejante. Lo llevas a un jardín de infantes y los pibes lloran.
Caminaron detrás del santo y enseguida estaban frente al café “El Pensamiento”.
-Acá los dejo, dijo San Pedro y se fue.
Todos estaban muy emocionados. Julio Paredes abrió la puerta y le dijo a Malena:-Las damas primero.
El café estaba vacío y se sentaron en una mesa junto a la ventana.
Desde una puerta lateral apareció Julio Jorge Nelson, acercó una silla y una vez acomodado empezó:-A través del tiempo y la distancia perdura su nombre como el más auténtico símbolo de nuestro arte menor. Carlos Gardel, el bronce que sonríe. Tomó aire y continuó: ¿-Como están? Los esperaba. Son los invitados de honor en este lugar distinguido.
Se abrió la puerta y comenzaron a llegar tangueros y famosos.
Toda buena gente que había elegido pasar el resto de su existencia en el cielo.
Osvaldo Pugliese entró conversando amablemente con Tita Merello.
Ada Falcón del brazo de Francisco Canaro.
Homero Manzi solo, sin pareja, seguramente esperando a alguien que parece inmortal. Mercedes Simone; la Ñata Gaucha con ropa masculina. Don Ignacio Corsini hizo su entrada del brazo de su esposa Victoria.
Hugo Del Carril entró con Chupita Stamponi hablando de su criadero de nutrias en el Río Carapachay.
Leguisamo y Alfredito Lepera ocuparon la mesa reservada a los íntimos amigos de Gardel.
Enrique Cadícamo entró luciendo camisa de seda natural y la elegancia de siempre. Aníbal Troilo, también con camisa de seda, del brazo de Zita.
Hubo murmullos cuando hizo acto de presencia Don Cátulo Castillo que
se dirigió hacia la mesa de los que están vivos y buscó los ojos de Malena:-Usted por acá, tengo reservado un lugar junto a los viejos poetas, pero me gustaría sentarme a su lado. Julio Paredes de inmediato le consiguió una silla. Una vez ubicado, Cátulo preguntó a Malena: ¿-Aun esconde una esperanza humilde? Malena hoy va a tener una respuesta a su pedido.
De improviso se hizo el silencio. Es que hacía su entrada Enrique Santos Discépolo el más grande de los poetas de tango.
Una cerrada ovación acompañó a Discépolo que se sentó ante una mesa, solo.
Don Julio Jorge Nelson se constituyó en el escenario y pidió: -Un aplauso para los amigos tangueros que están vivos y vinieron especialmente desde la Reina del Plata para honrarnos con su presencia.
Después de los aplausos correspondientes dijo:-A continuación, y celebrando la fecha patria y el Bicentenario escucharemos el Himno Nacional Argentino interpretado por la Orquesta Celestial compuesta por quinientos profesores y dirigida por el maestro Juan D’Arienzo.
Todos se pusieron de pie para escuchar al Rey del Compás dirigiendo la canción patria.
Continuó Don Julio Jorge:-A continuación el trompetista Rondinelli hará sonar su corneta del otro mundo interpretando la diana anunciando la fecha.
Don José Rondinelli se paró frente al micrófono e hizo sonar su trompeta celestial.
El tordo Laferlita al escucharlo exclamó: ¡-Es la patria, es la patria!
El trompetista rosarino hizo mutis por el foro, circunstancia que aprovechó Nelson para decir:-Y ahora, distinguido público, antes de deleitarnos con la voz inigualable de Carlos Gardel, debemos recibir a ese gran argentino que combatiendo el capital se ganó el respeto y la admiración de todos.
Señores y señoras estoy hablando del Teniente General Don Juan Domingo Perón, que del brazo de su señora madre, doña Juana Sosa Toledo, hace en estos momentos su entrada triunfal.
Juan Domingo Perón, vestido con el uniforme de gala del casi glorioso Ejército Argentino, caminaba rumbo a su mesa del brazo de su madre.
Malena miró al mediador emocionada.
¿-Vio que todo iba a terminar bien? Dijo Cátulo.
Siguió Nelson:-A continuación hará uso de su voz extraordinaria el número uno de la canción mundial, Don Carlos Gardel.
El Zorzal apareció en el escenario vestido con un vistoso atuendo de gaucho y acompañado de sus guitarristas Aguilar, Riverol y Barbieri.
Lo seguía un séquito muy extraño. Preguntó Paredes: ¿-Quienes son los que rodean al Morocho? La respuesta vino de Cátulo:-Son integrantes de la secta esotérica “Testigos de Gardel”. Gente de la pesada.
Dijo:-Amigos del tango. Festejamos hoy el Bicentenario de la patria. Quiero destacar que gracias al Profesor Locuco están presentes los tangueros Catedráticos del café y también la señora Malena, que esconde una esperanza humilde. Voy a cantar primero para mi Argentina querida “El sol del veinticinco” y después el tango “Malena”, obra de Homero Manzi y Lucio Demare, y que yo no pude grabar por el incendio.
Los integrantes de la Cátedra del café eran concientes que estaban estaban ante la presencia de un mito y siendo testigos de un hecho extraordinario.
Empezó a llorar el tordo Laferlita y segundos después lloraban todos. Hasta Don Julio Paredes, un hombre duro si los hay.
Cuando terminó de cantar “Malena”, Carlos Gardel bajó del escenario y se acercó a la mesa de los Catedráticos.
Tomando una silla dijo:-Si me permiten, y se sentó junto a ellos. La guardia imperial de “Testigos de Gardel” se paró detrás.
-Es un honor que hayan venido desde mi Buenos Aires querido al no tan triste más allá.
¿-Musante, viene a quedarse?
-No, regreso con mis amigos.
-Puede volver cuando quiera porque dejó un gratísimo recuerdo.
-Muchas gracias, Don Carlos, contestó el Sr.Musante.
Continuó Gardel:-Estoy desde 1935 año en que la funesta Iglesia Católica me prendió fuego. Pero me reencontré con gente muy querida y nos vemos a diario. Mi madre, doña Berta, está a mi lado y me ceba mate a la mañana. Almuerzo con Mona Maris y a la tarde vengo al café con los amigos. ¿Qué más puedo pedir?
El rengo interrumpió a Carlos Gardel:-Don Carlos yo le quiero pedir algo.
-Que se le ofrece, preguntó el Zorzal.
-Tuve poliomielitis de chico y uso prótesis para poder caminar.
-Como Cucusita, dijo Paredes.
Gardel, festejando la salida de Paredes, preguntó: ¿-Quiere conocer al Doctor Tanbueno?
-No me cargue Don Carlos. Cuando el ciego inconsolable me invitó, Tiresias me dijo que acá no necesitaba ayuda y podía caminar como cualquiera. Se cumplió. Pero dijo también que cuando vuelva a la Reina del Plata el don desaparece y vuelvo a ser un lisiado. Querría saber si con su influencia puedo conseguir que cuando regrese sea un caminante más.
-Vamos a hacer algo por vos, dijo Don Carlos. Dirigiéndose a la mesa masculló:-Detrás de ustedes y a la derecha está sentado el Espíritu Santo. La cara no lo ayuda. Parece, patente, un gil de lechería. Es admirador de Alberto Margal. Pero vamos a intentarlo.
Don Carlos, dirigiéndose a la mesa donde estaba el numen de la santísima trinidad, autoritario gritó: ¡-Pastenaca, a vos te hablo!
El Espíritu Santo sorprendido miro hacia la mesa donde se encontraba sentado el Morocho con su guardia pretoriana.
¿-Don Carlos, se dirige a mí? Pregunto esa rara mezcla de Dios y pantera.
-Si a vos te hablo, cara de cura. A mi lado está mi amigo el gorrén. Quiero que hagas el milagro para que cuando vuelva a la Reina del Plata pueda caminar como Dios manda. ¿Me entendiste?
-Por supuesto, ya está hecho, dijo el Espíritu Santo. Los integrantes de la cátedra miraron al rengo con alegría.
Se escuchó la voz de Julio Jorge Nelson:-Para terminar la gran fiesta nacional al mago del piano, Don Enrique Delfino, el famoso “Delfy”, tocará el Pericón Nacional.
Cuando empezaron los acordes se formaron las parejas:
Malena de la mano de Cátulo, Paredes con Tita Merello, El tordo Laferlita con Mercedes Simone, el Sr.Musante con Rosita Quiroga, el vidente Locuco con Sabina Olmos.
Carlos Gardel y el Teniente General Perón con sus madres respectivas.
Terminada la danza nacional Locuco llamó a sus amigos.
-Debemos regresar que se nos viene la noche.
Malena se despidió de Cátulo que después de besar su frente, susurró:-Hasta la vista hija.
Cuando iban caminando hacia el portón el vidente Laferlita ordenó:-Tomados de la mano y soñando con la pinta de Carlos Gardel.
Para sorpresa de todos cuando cruzaron la puerta se encontraron sentados ante la mesa ovalada de la casa del vidente.
El primero en hablar fue el rengo:-Puedo caminar como cualquiera, dijo.
-Entonces tomatelas, dijo el poeta Paredes.
El ex rengo, feliz, abrió la puerta y salió corriendo.
Se hizo un profundo silencio causado por la emoción de la fiesta vivida.
Unos minutos después el vidente Locuco dijo:-El Paraíso de Gardel no tiene comparación con nada, pero hay algo que voy a extrañar cuando me vaya.
¿-Qué cosa? Preguntó Paredes.
-La niebla de Munro.