En una
comisaría de barrio, un morocho toma vino en silencio.
Se acerca a su
escritorio un criollo flaco y achinado.
Tímido
pregunta:
-¿Me da su
permiso señor Comisario?
-Por supuesto.
¿Te querés sentar?
El criollo, arrimando
una silla, dice: -Disculpe si vengo tan mal entrazado;
es que he venido al Rosario
trayendo en los tientos mi desgracia.
-Y en que
consiste esa desgracia. ¿Puedo saberlo?
¡-Señor
Comisario yo soy criminal!
-No jodás. No
tenés pinta de asesino, y de eso algo conozco.
Contame que te
pasó.
-Encontré a mi
mujer encamada con mi amigo más fiel.
-Tan fiel no
era, me parece.
-La verdad que
no. Me equivoqué con él y con mi china.
-Que se le va a
hacer ¿no?
-Con todo respeto,
señor Comisario. ¿Se está burlando?
-No. Lo que
pasa es que ofendes mi inteligencia interrumpiendo cuando
estoy pensando.
¿-Y en que
pensaba?
¡-No es asunto
tuyo, gil de mierda!
Además tenes
cara de otario. No pareces un asesino.
Es el psique du rol, como se dice ahora.
-Las pruebas de
la infamia las tengo en la maleta.
-Y en que
consisten estas pruebas.
-Las trenzas de
mi china y el corazón de mi amigo.
¿-Los tenés en
la valija?
-Si señor.
-Bien, contame
un poco. Como te llamás.
-Alberto
Arenas.
-Que más.
-Soy un criollo
bueno y gaucho honrado a carta cabal.
¡-
Finíshela! Háblame de tu mujer.
-Florencia se
llamaba.
¿-Y el finado?
-Recaredo.
¿-Que hacía?
-Quién.
-Recaredo; cual
era su oficio.
-Cura.
¡¿-Mataste un
cura?¡
-Lo encontré en
la cama con Florencia. Se me borró todo.
Y él que se
decía mi amigo.
-Era más amigo
de tu mujer, me parece.
Hablame de
Florencia.
-Una santa
hasta que apareció Recaredo. Era su confesor,
y poco a poco la fue alejando de mí.
Estudiaban las cosas
de la religión.
-¿Y que cosas
de la religión estudiaban?
-La
arquitectura del cielo.
¿-La
arquitectura de que?
-Del cielo.
-Nunca había
escuchado eso.
-Recaredo
contaba de un gringo que hablaba con los ángeles.
¡-Mirá vos!
-Recaredo decía
que era un ángel con forma humana.
-Como Rasputín.
-¿Y ese quién
es?
-Un rusito que
no dejó títere con cabeza.
-Tenía un soplo
divino.
¿-Rasputín?
-No, Recaredo.
-Si vos lo
decís. Tu esposa entró como por un tubo.
-La verdad que
si.
-Lástima que lo
achuraste, hubiese estado bueno hablar
con él.
¿-Para que?
-Preguntarle
sobre el más allá. ¿A vos te contó algo?
-Decía que el
cielo era igual a esto.
¿Igual a esto?
¡Toma mate!
Te pregunto porque
yo tengo un intríngulis con el más allá.
Quiero saber si
te siguen gustando las hembras después de muerto.
-Decía Recaredo
que en más allá hay muchas mujeres, flores,
y fornicación infinita.
-Entonces me
quedo tranquilo. ¿Y que vas a hacer cuando la vuelvas a
encontrar a Florencia?
-La voy a
perdonar.
-Haces bien. ¿Y
el cura?
-Lo vuelvo a
matar.
¿-Te parece?
-Los curas son
la quinta esencia de la mierda.
-Eso si.
El Comisario,
dirigiéndose a la puerta, grita:
¡-Sargento,
constitúyase y detenga de inmediato a este individuo!
Cuando es
esposado, Arenas grita:
¡-Si soy un
delincuente que me perdone Dios!
¡-Llevatelo de
una vez, por favor! Ordena el Comisario.
Después,
mientras toma un sorbo de vino, piensa: -El cornudo dice que
hay sexo después de muerte.
Dios lo oiga.
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Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.
Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.
Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.
Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.
Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.
En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.
Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.
Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.
Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.
Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.
Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.
En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.
Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.
martes, 11 de junio de 2013
La confesión de Alberto Arenas. (Un tango de Julio Navarrine)
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