José Rondinelli, junto a Carlos Gardel y el poeta portugués Fernando Pessoa, son los padrinos celestiales de la melancolía.
Al trompetista rosarino José Rondinelli, en el día en que su querido Ñubel se consagró campeón.
In memorian
El búho de Minerva alzaba el vuelo,
Con la última luz y sin alarde,
En busca de la noche sin recelo,
Rondando sin que nada lo resguarde.
Guiado por la música de un duelo,
Buscaba al final de cada tarde,
Al hombre que asombraba su desvelo,
y el canto de su trompa revelarle.
Su nombre de pájaro corzuelo,
Rondine, golondrina formidable,
Con sonido de Dios en su revuelo,
El cielo se mostraba memorable.
No quedó rastro ni consuelo,
Se fue como los santos, honorable,
Su recuerdo apagose sin deshielo,
Y dejó el gran vacío que aún nos arde.