-Borges, dijo Paredes el poeta del barrio, ¿-Nos podemos sentar con usted?
-Por supuesto, dijo Jorge Luís.
-Nos presentamos, dijo Julio. –Yo soy Paredes, la señora es Malena Verdadera, y el señor es el vidente Locuco. Trabajamos en el relanzamiento de la revista “El alma que canta”.
-Pero que bien, contestó Georgie. –Estoy esperando a Nicanor Paredes, Chiclana y Don Eduardo Arolas. Prometieron que hoy vendrían a saludarme porque tengo un mensaje para ellos.
¿-Eligieron el cielo?, preguntó Malena, la que esconde una esperanza humilde.
-No, están en el infierno pero pueden salir cuando quieren.
Esto que Dios no condene a nadie no esta mal. Pero, en otro orden de cosas Dios es el productor de la inmortalidad, y en eso no estoy de acuerdo. A mi no me gusta seguir siendo Borges después de muerto. Yo siempre soñé con estar muerto para siempre. Como una forma del olvido.
Se abrió la puerta del Café “El Pensamiento” y entraron Paredes, Arolas y Chiclana. Con el sombrero en la mano se sentaron a la mesa y saludaron a todos.
Arolas le preguntó a Malena quien era. La señora contestó que estaban enviados por la revista “El alma que canta”.
-Que bien, dijo Arolas.¿-Necesitan algo de nosotros?
-No, dijo Borges. Yo los convoqué para ver que opinan sobre un hecho curioso que tiene que ver con los soberbios cuchilleros y el peso de la daga silenciosa.
Me invitaron a dar una conferencia a la ciudad de Mendoza, continuó Georgie. –Después de la charla me invitaron a pasear por los alrededores de la ciudad. Llegamos a un triste barrio de casas de adobe, del otro lado de las vías. Uno de los profesores dijo:-Este barrio se llama Cacheuta y es muy peligroso. Hay muchos malevos, y aclaró a continuación que no había verdadero peligro de ser atacado por asesinos y ladrones sino por homosexuales: “Todos los malevos son homosexuales”. Ante mi sorpresa el doctor explicó: “La bicicleta excita al malevo. El movimiento, usted comprende. Además el malevaje es muy inclinado al ciclismo. Si uno va en bicicleta y ve otro de a pie, se ofrece a llevarlo. Los dos se excitan, dejan la bicicleta…Una vez, con el Doctor X vimos a dos malevos en una acequia. El doctor me dijo: “ No hay por que escandalizarse. Total a todos nos gusta”.
Cuando Borges terminó el relato los malevos se miraron entre ellos. Eduardo Arolas rompió el silencio:-Yo nunca practiqué el ciclismo, acotó.
Paredes, enojado, dijo:-Es una ofensa al cuchillero.
Chiclana asintió con la cabeza.
El poeta del barrio, tomó la palabra y preguntó: ¿Dónde fue eso Borges?
-En Cacheuta, Provincia de Mendoza.
-Borges, con todo respeto me permito decirle que lo cacharon en Cacheuta, concluyó.
Los tres guapos exclamaron al unísono:¡-Isa!
Bibliografía:
Borges
Adolfo Bioy Casares
Editorial Destino