Azucena
Empilchada
de gaucho, o de malevo,
el nombre de
una flor, la más famosa,
su gola de
gorrión era un revuelo,
y el clamor
de una vida tormentosa.
Todo lo
perdió, sin un consuelo,
la rodada fue
fatal , vertiginosa,
su lamento
apagado era el anhelo,
de un pasado
feliz, la voz grandiosa.
Cantando en
tabernas espantosas,
con atuendo
masculino, a contrapelo,
castigada como
Job, maravillosa,
el destino
se apiadó y sin recelo,
una noche
cualquiera, venturosa,
se marchó en
silencio, sin revuelo.