-Me llegó un mensaje desde abajo, dijo el vidente Locuco.
Continuó:-En el tren al Paraíso que sale esta noche desde Carapachay vienen Musante, el tordo Laferlita y otros integrantes de la Cátedra del Café para celebrar el 17 de octubre de pie junto a Perón.
Locuco, Malena, y Paredes se dieron cita en la estación “El cielo” para darles la bienvenida a los recién llegados. Después caminaron hasta la entrada.
Locuco dijo:-Pedriño abrí la puerta que estoy con amigos que vienen a saludar a Perón.
San Pedro abrió el portón y se confundió en un abrazo fraternal con el Sr.Musante, el hombre que volvió de la muerte.
¿-Musante, usted por acá? Preguntó San Pedro. ¿-Viene para quedarse?
-No, contestó Musante. Vengo a saludar al viejo y después regreso a mi casa.
Caminaron hasta el café “El Pensamiento” donde comenzaban los preparativos para agasajar a Perón. Estaba el coro del Teatro Colón para cantar la “Marcha” cuya primera voz sería la de Hugo del Carril.
También querían ensayar “El Rancho e’la Cambicha”, con la gola inigualable de Don Antonio Tormo, el cantor de las cosas nuestras, que lucía un lujoso bisoñé color naranja. En una mesa fumaba feliz Carlitos Acuña, y en otra departían amablemente Borges, Bioy y su señor padre.
Hugo del Carril se acercó a la mesa de Borges y espetó:-Don Borges, voy a entonar la “Marcha Peronista” y como caballero que me cuadra, sabiendo que el manchado no es santo de su devoción, le sugiero que se retire porque cuando empiece el coro le va a estallar el trigémino, con todo respeto.
La gilada que lo acompaña puede quedarse si es de su agrado.
Borges, Bioy padre e hijo se incorporaron para irse.
Borges acotó:-Cuando la marcha dice “que grande sos”, el tirano prófugo debería aclarar que él no es ningún grande.
Continuó Hugo del Carril:-Borges, el General dejó de ser el tirano prófugo hace 40 años. Además viene Carlos Gardel, la voz.
Contestó Borges:-A Gardel no le gusta el tango, y la sonrisa del morocho prefigura la sonrisa de Perón.
Abrió la boca Bioy padre para decir:-Yo vi al dúo Gardel-Razzano, y a pesar de la doble zeta Razzano cantaba mejor que Gardel.
Una carcajada general se oyó en el café. Carlitos Acuña, de pié dijo:
-Además de ser un gil, tenes un toscano en la oreja, viejo oligarca.
Las acertadas palabras de Acuña hicieron que Borges y compañía se fueran de inmediato.
Y se fue armando la fiesta. A las 9 de la noche en punto hizo su entrada el Teniente General llevando a Eva Duarte de su brazo izquierdo y a su señora madre, Doña Juana Sosa Toledo del derecho. La ovación duró más de cinco minutos. Tomaron asiento en la mesa principal y con ellos se sentó Carlos Gardel acompañado de su madre, Doña Berta, y de la hermosa Mona Maris.
Un reflector alumbró el escenario donde Julio Jorge Nelson hizo de maestro de ceremonias:-A través del tiempo y la distancia perdura su nombre como el más auténtico símbolo de nuestro arte mayor. Don Juan Domingo Perón, el líder que sonríe, abrió Nelson y de inmediato la Orquesta Estable del Teatro Colón, con la voz solista de Hugo del Carril arrancó con la “Marcha Peronista”.
Después el desfile de figuras fue interminable: Magaldi, Corsini, y todos los grandes del tango rindieron su tributo al General.
En un momento de descanso, que el General aprovechó para darle al champagne, se le acercó el Espíritu Santo y masculló:-Mi General, soy devoto de Alberto Margal pero no lo han tenido en cuenta. ¿Usted podría hacer algo para que Margal participe y no se deprima?
-Por supuesto, dijo el viejo. Con voz estentórea se dirigió a todos:-Antes del final con Antonio Tormo y el Pericón Nacional falta la gola sagrada de Alberto Margal, mintió Don Juan.
-Gracias General, dijo el Espíritu Santo despiojándose las alas, y el cantor de las madres y de las novias cantó “Madre hay una sola".
Luego un reflector iluminó nuevamente la insigne figura de Julio Jorge Nelson, que dijo:
-Ahora, Don Antonio Tormo, el cantor de las cosas nuestras, va a interpretar la canción preferida del General Juan Perón.
Se trata del famoso rasguido doble “El Rancho e,la Cambicha”.
Y quiero hacer una acotación erudita.
El rancho existió. Estaba situado en la ciudad de Goya, provincia de Corrientes. Quiero presentarles a la mujer que era la propietaria del bailongo, y dio su nombre a la canción: Cambicha Miranda.
Quiero aclarar que Cambicha en guaraní quiere decir “Negrita”.
Cambachita Miranda se puso de pie y fue aplaudida largamente.
Luego Antonio Tormo cantó el rasguido mencionado que hizo que una furtiva lágrima se deslizara por el rostro del macho.
Cuando Tormo concluyó comenzó el Pericón Nacional, cuya danza se prolongó hasta altas horas de la madrugada.
Cuando el sol brillaba, el vidente Locuco dijo:-Hace días que estamos en “El Paraíso” con el relanzamiento de “El alma que canta”. Creo que llegó la hora de irnos. Señores, la consigna. Todos soñaron con la pinta de Carlos Gardel y cuando abrieron los ojos estaban frente a una doble de muzzarella en la Pizzería Astral de Munro.
Continuó:-En el tren al Paraíso que sale esta noche desde Carapachay vienen Musante, el tordo Laferlita y otros integrantes de la Cátedra del Café para celebrar el 17 de octubre de pie junto a Perón.
Locuco, Malena, y Paredes se dieron cita en la estación “El cielo” para darles la bienvenida a los recién llegados. Después caminaron hasta la entrada.
Locuco dijo:-Pedriño abrí la puerta que estoy con amigos que vienen a saludar a Perón.
San Pedro abrió el portón y se confundió en un abrazo fraternal con el Sr.Musante, el hombre que volvió de la muerte.
¿-Musante, usted por acá? Preguntó San Pedro. ¿-Viene para quedarse?
-No, contestó Musante. Vengo a saludar al viejo y después regreso a mi casa.
Caminaron hasta el café “El Pensamiento” donde comenzaban los preparativos para agasajar a Perón. Estaba el coro del Teatro Colón para cantar la “Marcha” cuya primera voz sería la de Hugo del Carril.
También querían ensayar “El Rancho e’la Cambicha”, con la gola inigualable de Don Antonio Tormo, el cantor de las cosas nuestras, que lucía un lujoso bisoñé color naranja. En una mesa fumaba feliz Carlitos Acuña, y en otra departían amablemente Borges, Bioy y su señor padre.
Hugo del Carril se acercó a la mesa de Borges y espetó:-Don Borges, voy a entonar la “Marcha Peronista” y como caballero que me cuadra, sabiendo que el manchado no es santo de su devoción, le sugiero que se retire porque cuando empiece el coro le va a estallar el trigémino, con todo respeto.
La gilada que lo acompaña puede quedarse si es de su agrado.
Borges, Bioy padre e hijo se incorporaron para irse.
Borges acotó:-Cuando la marcha dice “que grande sos”, el tirano prófugo debería aclarar que él no es ningún grande.
Continuó Hugo del Carril:-Borges, el General dejó de ser el tirano prófugo hace 40 años. Además viene Carlos Gardel, la voz.
Contestó Borges:-A Gardel no le gusta el tango, y la sonrisa del morocho prefigura la sonrisa de Perón.
Abrió la boca Bioy padre para decir:-Yo vi al dúo Gardel-Razzano, y a pesar de la doble zeta Razzano cantaba mejor que Gardel.
Una carcajada general se oyó en el café. Carlitos Acuña, de pié dijo:
-Además de ser un gil, tenes un toscano en la oreja, viejo oligarca.
Las acertadas palabras de Acuña hicieron que Borges y compañía se fueran de inmediato.
Y se fue armando la fiesta. A las 9 de la noche en punto hizo su entrada el Teniente General llevando a Eva Duarte de su brazo izquierdo y a su señora madre, Doña Juana Sosa Toledo del derecho. La ovación duró más de cinco minutos. Tomaron asiento en la mesa principal y con ellos se sentó Carlos Gardel acompañado de su madre, Doña Berta, y de la hermosa Mona Maris.
Un reflector alumbró el escenario donde Julio Jorge Nelson hizo de maestro de ceremonias:-A través del tiempo y la distancia perdura su nombre como el más auténtico símbolo de nuestro arte mayor. Don Juan Domingo Perón, el líder que sonríe, abrió Nelson y de inmediato la Orquesta Estable del Teatro Colón, con la voz solista de Hugo del Carril arrancó con la “Marcha Peronista”.
Después el desfile de figuras fue interminable: Magaldi, Corsini, y todos los grandes del tango rindieron su tributo al General.
En un momento de descanso, que el General aprovechó para darle al champagne, se le acercó el Espíritu Santo y masculló:-Mi General, soy devoto de Alberto Margal pero no lo han tenido en cuenta. ¿Usted podría hacer algo para que Margal participe y no se deprima?
-Por supuesto, dijo el viejo. Con voz estentórea se dirigió a todos:-Antes del final con Antonio Tormo y el Pericón Nacional falta la gola sagrada de Alberto Margal, mintió Don Juan.
-Gracias General, dijo el Espíritu Santo despiojándose las alas, y el cantor de las madres y de las novias cantó “Madre hay una sola".
Luego un reflector iluminó nuevamente la insigne figura de Julio Jorge Nelson, que dijo:
-Ahora, Don Antonio Tormo, el cantor de las cosas nuestras, va a interpretar la canción preferida del General Juan Perón.
Se trata del famoso rasguido doble “El Rancho e,la Cambicha”.
Y quiero hacer una acotación erudita.
El rancho existió. Estaba situado en la ciudad de Goya, provincia de Corrientes. Quiero presentarles a la mujer que era la propietaria del bailongo, y dio su nombre a la canción: Cambicha Miranda.
Quiero aclarar que Cambicha en guaraní quiere decir “Negrita”.
Cambachita Miranda se puso de pie y fue aplaudida largamente.
Luego Antonio Tormo cantó el rasguido mencionado que hizo que una furtiva lágrima se deslizara por el rostro del macho.
Cuando Tormo concluyó comenzó el Pericón Nacional, cuya danza se prolongó hasta altas horas de la madrugada.
Cuando el sol brillaba, el vidente Locuco dijo:-Hace días que estamos en “El Paraíso” con el relanzamiento de “El alma que canta”. Creo que llegó la hora de irnos. Señores, la consigna. Todos soñaron con la pinta de Carlos Gardel y cuando abrieron los ojos estaban frente a una doble de muzzarella en la Pizzería Astral de Munro.
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