Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.

Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.

Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.

Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.

En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.

Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.

domingo, 13 de diciembre de 2009

El ciego Tiresias y los orígenes del tango

Programa "Sábados Continuados", Canal 9, año 1964.Conduce Antonio Carrizo. Borges desmiente todo.


El malogrado Tiresias fue el más famoso adivino de la Grecia clásica, unos 800 años antes de Cristo, y es un personaje que interesa porque su historia de vida es bastante extraña.
Nació hombre.
Una tarde que caminaba por el monte Cilene se detuvo ante dos serpientes apareadas. Molestas por su presencia lo atacaron y él las golpeó con su bastón matando a la hembra. Los dioses se enojaron y Tiresias fue transformado en mujer. Como tal se destacó en el ejercicio de la prostitución.
Siete años después vio la misma escena con serpientes en el mismo lugar, y mató, de un certero bastonazo, a la serpiente macho, hecho que le hizo recuperar la virilidad perdida.
En otra ocasión Zeus discutía con Hera, su esposa. Ésta le reprochaba sus frecuentes infidelidades. Zeus, con argumentos de varón, se defendía diciendo que de todos modos el hombre podía ser adúltero por que la mujer disfrutaba más el sexo que el hombre. Hera, fuera de sí, convocó a Tiresias que como había tenido los dos sexos podía dirimir la cuestión.
Tiresias sentenció:

Si el placer del amor en diez partes dividía,
Tres por tres a las mujeres, una a los hombres daría.

Zeus, mirando a su mujer, sonrió canchero. Hera, desesperada, cegó a Tiresias para siempre. El Dios, conmovido, compensó a Tiresias con visión interna, y el don de la predicción del futuro. Además le concedió la vida por siete generaciones con la posibilidad de optar por la vida eterna.
Acompañado de sus dos hijas, Dafne y Manto, el ciego, muy disgustado, se estableció en Tebas, ciudad donde nadie quería ir por la peste constante.
Recién establecido se lo consultó sobre los motivos de la epidemia. Entonces Tiresias reveló a Edipo la voluntad de los dioses.
-Un Hombre Sembrado deberá morir por la ciudad para que se vaya la peste.
El padre de Yocasta, Meneceo, que había nacido de la tierra se arrojó por un acantilado.
Con esto era suficiente.
Pero Tiresias agregó, quizá con alguna mala fe: -Yocasta, los dioses habían pensado en otra persona, en alguien que ha matado a su padre y se ha casado con su madre. Se trata de tu esposo Edipo.
Al principio nadie creyó en semejante historia pero Tiresias se mantuvo en sus trece.
Todos sabemos el final. Yocasta se ahorcó y Edipo se cegó con un alfiler que llevaba en su vestido. Creonte, hermano de Edipo lo expulsó y éste, después de vagar durante años acompañado por su hija Antígona, llegó a Colono, en Atica donde fue asesinado.
Luego de la tragedia desatada Tiresias huyó de Tebas, en compañía de sus hijas, como dijo uno: “mirando la oscuridad que ven los ciegos”.
Hace su reaparición en “La Odisea” de Homero, primera novela de la historia.
Ulises, personaje central de la obra, por consejo de Circe, desciende al Hades, el mundo de los muertos para consultar a Tiresias sobre lo que vendrá en su regreso a Itaca. En el Hades, Ulises se encuentra con su madre, Anticlea.
La cátedra del café sostiene que este es un momento crucial para la historia del tango. Es cuando Ulises susurra unas palabras que podrían traducirse de la siguiente manera:


Vieja,
una duda cruel me aqueja.

Anticlea le dice a su hijo que es tarde, que por su larga ausencia lo dio por muerto y se quitó la vida.
Mientras Ulises no puede controlar el llanto, Anticlea lo tranquiliza y le comunica que debe despedirse, que confíe en Tiresias. Desaparece.
En un pasaje conmovedor de “La Odisea”, canta Ulises con el rostro bañado en lágrimas:

Quiero madre que me diga si la infame,
abusando de mi viaje me ha engañado.

Los catedráticos del café creen que estos versos fueron dichos bajo la influencia de Tiresias, o directamente dictados por él, motivo por el cual el ciego sería el primer tanguero de la historia universal.
Debemos esperar algunos siglos para su reaparición. Lo hace en la “Divina Comedia”.
Dante Alighieri lo sitúa en el Infierno, en el Canto XX, en el Octavo Círculo donde están fraudulentos y adivinos:

Vedi Tiresia, que mutó semblante
Cuando di maschio fémina divenne,
Cangiandosi le membra tutte quante;


El Infierno de la “Divina Comedia” fue escrito entre 1306 y 1308.
En esos años le perdemos el rastro a Tiresias hasta que asoma en Buenos Aires en los albores del siglo XX.
La cátedra asegura que se conoce la presencia del finado Tiresias en el Río de la Plata, a partir de 1918.
Esgrime como prueba la cantidad de tangos cuyo tema es la ceguera. “Viejo ciego”, “Charlemos”, “La cieguita”, “Gallo Ciego”, y el famoso ciego inconsolable del verso de Carriego, para citar solo los más conocidos.
Como tenía antepasados históricos que se destacaron en la guerra de Troya, y sobre los cuales William Shakespeare escribió una tragedia, se consultó al bandoneonísta Aníbal Carmelo Troilo.
Le preguntamos si la cantidad de ciegos que había en el tango tenía relación con la presencia de Tiresias en mi Buenos Aires querido.
Troilo dijo que no existía ninguna relación; que solamente era una casualidad.
Agregó suspirando:-Cualquier otario todavía me pregunta por Crésida.
Continuó:-Hablan de la madre de Ulises y se quejan porque hay muchas madres en el tango. Decime, ¿dónde querés que estén las madres?
Pero los sabios del café todavía dudaban.
Entonces se interrogó a dos grandes poetas.
Uno de ellos, Eugenio Mandrini, fue categórico:-En el reino de los ciegos, los ciegos ven.
El otro, Jorge Luís Borges, sorprendido, contestó que no sabía, para entregarse de inmediato a la suspicacia.
Cuenta el maestro Antonio Carrizo que una calurosa tarde de enero de 1964, mientras conducía por Canal 9, el programa “Sábados Continuados”, un productor le avisó que se encontraba presente Jorge Luís Borges para hacer un desmentido. Cuando Carrizo lo presentó en cámara, Borges, visiblemente irritado, afirmó: ¡-Yo no soy Tiresias!





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