Este es el Blog de Rodolfo Jorge Rossi, nacido en la ciudad de La Plata, Argentina.

Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

Trabajó en producción de programas radiales con José María Muñoz y Antonio Carrizo.

Ha publicado en el Diario “El Día” de su ciudad natal y en la Revista “Debate”.

Actualmente escribe en “Buenos Aires Tango y lo demás”, que dirigen los poetas Héctor Negro
y Eugenio Mandrini, y en “Tango Reporter” de la ciudad de Los Ángeles, EE.UU.

En 2007 publicó un libro de relatos “Croquis y siluetas familiares”, Editorial Vinciguerra.

Son padrinos celestiales de este sitio Fernando Pessoa, Carlos Gardel y el trompetista Rondinelli.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Francisco López Merino: "El alma llena de estrellas"

Doctor Rodolfo Rossi
El poeta Pablo Rojas Paz escribió el texto para el busto de Francisco López Merino que se colocó en el bosque de la Ciudad de La Plata, a tres años de su trágica muerte.
La inscripción dice “En la mañana buscó la noche”.
El busto se instaló en 1931 y fue realizado por el escultor Agustín Riganelli.
A más de cien años de la desaparición del poeta, se desconocen los motivos que lo llevaron al suicidio a los 23 años.
La muerte de su hermana mayor, que padeció una tisis galopante y en pocos días falleció, oscureció para siempre el alma de Panchito.
A partir de ese momento un melancólico Francisco López Merino, se dedicó a la poesía y a nuestra música popular.
Escuchaba de lo nuestro, lo peor.
Pasaba sus días escribiendo versos con estética kitch, (en el sentido que da Humberto Eco al término, como acentuación del efecto), y repitiendo en su fonola acústica los tangos más espantosos de la lengua castellana.
Ni siquiera las reuniones con escritores en el café “El Rayo”, frente a la estación del Ferrocarril Roca, lograron sacarlo de esa cursi melancolía.
Jorge Luís Borges, que era uno de los concurrentes a la tertulia, harto de la queja permanente de Francisco llegó a decir que lo mejor de La Plata era el tren de vuelta.
En el matutino porteño “La Nación”, correspondiente al día domingo 25 de julio de 2004, el escritor Antonio Requeni publicó una entrevista al escribano Juan Nicolás Rozos, amigo del poeta.
Cuenta Rozos que estaban sentados en el bar del casi prestigioso “Jockey Club” platense, la famosa “perrera”, donde tomaban whisky el locuaz Intendente Luís María Berro, el filólogo alemán Robert Lehman-Nitsche y el sombrío pintor Koek-Koek.
López Merino se incorporó y dijo: -voy hasta el baño. Segundos después se oía la detonación. Corrieron hasta el lugar donde yacía el poeta con la cabeza destrozada.
Los amigos no entendían los motivos por los cuales “Panchito” se había quitado la vida. Consultaron entonces a su médico personal Dr. Rodolfo Rossi.
Este les aseguró que la única enfermedad del poeta era su hipocondría.
Años después y en ámbitos familiares, Rossi amplió su diagnóstico.
-Solo podía terminar en suicidio alguien que escucha noche y día el penoso tango “Galleguita”.
Buscamos la letra del tango mencionado, dice así:

Galleguita, la divina,
la que a la playa argentina
llegó una tarde de abril,
sin más prendas ni tesoros
que sus bellos ojos moros
y su cuerpito gentil.
Siendo buena eras honrada,
Pero no te valió nada
Que otras cayeron igual
Eras linda galleguita
Y tras la primera cita
fuiste a parar al Pigalle.


El Doctor Rodolfo Rossi agregó:-el poeta era un hombre de una melancolía patológica. Una tarde hicimos una interconsulta con el psiquiatra César Castedo. Cuando López Merino se retiró Castedo hizo el diagnóstico: -este chico se va a ahogar en una lágrima.
-Terminó intoxicado de cursilería con sus primas que leían en francés, y tomándose en serio los tangos de Navarrine.
Borges le dedicó varios poemas, uno de ellos dice:

Si te cubriste, por deliberada mano de muerte,
si tu voluntad fue rehusar todas las mañanas del mundo,
es inútil que palabras rechazadas te soliciten,
predestinadas a imposibilidad y derrota.

La cátedra del café, sección poesía, sostiene que la consideración actual por Francisco López Merino está dada por los escritos de Borges sobre su trágica muerte, y que es precisamente la sombra notable de Borges la que lo sostiene.
Los méritos literarios del poeta platense serían dudosos.
Sin embargo, algunos integrantes de la cátedra reconocen que Francisco López Merino escribió algún verso feliz.

Soneto

¿Qué resplandor remoto así te alumbra?
¿De dónde viene ese fulgor que baña tu palidez
de estampa en la penumbra
o qué ángel de la guarda te acompaña?
Cielo que no es el cielo azul celeste,
otro cielo más puro es el que miras.
Al contemplarte pienso que respiras
un musical ambiente que no es éste.
Tu ser, casi irreal, sensibiliza
el aire que circunda tu presencia
(Aire como de sueño no soñado).
En tus silencios largos se eterniza
la callada inocencia
del ángel tutelar que va a tu lado.

Carlos Gardel canta Galleguita, el tango preferido de Francisco López Merino.
http://www.youtube.com/watch?v=uI__fmZPclM