El sueño
Aquel invierno fue distinto.
Desde los primeros días de Junio las heladas que cubrían la ciudad señalaban algo fuera de lo común.
Los discípulos del Profesor Montenegro sabíamos que los misterios de la vida podían descifrarse observando el comportamiento de los animales y los cambios climáticos.
En su modesta casa de Punta Lara, nuestro maestro nos había enseñado la manera precisa de leer la realidad, relacionando la conducta de los perros con el frío y las tormentas del oeste.
La ola polar que nos abatía, y el concierto de ladridos que se escuchaba por la noche presagiaban los acontecimientos por venir.
En esos años yo concurría diariamente a la sala de lectura de la Biblioteca de la Universidad, Me sentaba siempre en el mismo lugar.
Una mañana, cuando levanté la vista del libro los vi. Vestían traje negro y lucían ambos una almidonada camisa blanca, cerrada hasta el botón del cuello. No usaban corbata. Casi albinos, ostentaban un anacrónico peinado donde abundaba la gomina. Eran mellizos
Ese día había poca gente leyendo, era temprano y los empeñosos empleados de la Biblioteca combatían el intenso frío con éxito nulo, y estufas de querosén.
Día a día, intrigado, comencé a observar con atención a la pareja de negro. Los mellizos revisaban diarios viejos. De improviso se sobresaltaban, y preocupados, con un diario en sus manos, caminaban rápidamente hasta desaparecer detrás de una puerta muy pequeña.
Con excepción de un breve descanso para almorzar, usaban esa rutina durante toda la jornada, hasta la hora de cierre.
Todos los días a las ocho en punto los veía llegar. Venían caminado a través de la Plaza, cortando camino por los canteros cubiertos de escarcha. Una vez adentro comenzaba la rutina. Pedían diarios, buscaban algo, y cuando lo encontraban salían disparados para desaparecer detrás de la pequeña puerta. Una mañana, durante la ronda de mate cocido intenté hablar con ellos. El que estaba a mi derecha levantó la vista unos segundos, miró como si no me viese y siguió leyendo.
Deduje que las noticias que ellos buscaban alguien las leía, y esa persona se encontraba detrás de la puerta.
Ese día, cuando la Biblioteca cerró me paré en la entrada para ver la salida de los empleados, que yo conocía en su totalidad. Una hora después, el portero puso llave al pesado portón de hierro y se fue rápidamente.
Caminando de regreso a casa decidí esconderme en el depósito, y durante la noche recorrerla para tratar de encontrar una explicación al misterio.
Al otro día, con una linterna en el bolsillo me presenté en la sala de lectura. Los mellizos ya estaban leyendo sendos diarios y repitieron su rutina. La jornada transcurrió fría y morosa. Cuando faltaban minutos para el cierre me deslicé hacia el depósito donde me escondí detrás de una estantería repleta de libros sin clasificar.
Se fue haciendo silencio y de golpe se apagó la luz. Dejé pasar unos minutos para asegurarme de que no hubiese quedado nadie en el edificio, saqué la linterna, la encendí, y salí del depósito.
Fui a la sala donde diariamente leía con los mellizos y una vez ahí caminé hacia la pequeña puerta por donde llevaban los diarios al desconocido, la abrí asustado e iluminé un pasillo por donde empecé a caminar.
Alguien tosía. Me dirigí resuelto hacia el fin de la negrura y apoyé el oído contra una puerta. La tos resonó nuevamente, tomé el picaporte y la abrí.
Sentado ante un escritorio se encontraba un señor de edad avanzada, piel oscura y ojos negros. Sostenía entre los dedos de su mano derecha un cigarrillo encendido. Con la otra acomodaba las hojas de un vetusto ejemplar de Crítica.
Fumaba en silencio y después de un minuto largo dijo: - Qué hacés acá, que querés. Conté que los mellizos me habían llamado la atención y que a través de ellos había llegado hasta él.
- Me descubriste.
–Que descubrí?
- Te voy a tener que contar lo que hago. –Los mellizos están encargados de leer diarios y saben que noticias me interesan. -Con el contenido de los periódicos yo recreo los acontecimientos a mi gusto y placer porque la realidad me necesita.
-Soy uno de los miembros de la organización encargada de soñar el mundo. –El planeta está dividido en zonas, cada una de la cuales tiene un Gobernador y a mí me toco este lugar perdido-. –No me quejo. –Hay lugares peores y además, en sitios marginales como este, aparecen personajes que no se dan en otros lados. –Los Gobernadores dependemos directamente del Señor, pero el Todopoderoso es de una soberbia celestial y no sale de sí mismo. –Nos designó sus delegados para hacer el trabajo que su orgullo no le permite realizar.
Curioso pregunté:-Usted dice que ha conocido a personajes singulares, cuál es a su juicio el más original.
-Son muchos años pero hay historias y gente fuera de lo común-.-Después de tanto tiempo no tengo duda que Carlos Gardel está por encima de todos.
- El morocho era único. -Seductor, inteligente, con una pinta imponente y esa voz inigualable. -Era el número uno.
-También tenía muchos defectos, explotaba mujeres, era taimado y ladrón. - Un canalla. -Varias veces me pregunté como se llega a ser Gardel y no tengo respuesta, yo, que precisamente estoy para eso. -Por eso lo ayudé.
-Carlitos murió asesinado en una sórdida cuestión prostibularia. –Entonces le soñé una muerte heroica, achicharrado en el avión junto a su cómplice Lepera. –La realidad del zorzal era la marginalidad, pero le di un final mitológico.
–Después soñé a un escritor llamado Jorge Mora, le hice escribir un libro que titulé “Los últimos diez días de Carlos Gardel”, donde el maestro es un ejemplo a seguir-. –Le inventé además un romance con Peregrina Otero de Souto, cuyo nombre artístico era Loretta Dartés, donde Gardel es un novio cabal. –La madre de Carlitos, Berta Gardés, en ese libro es casta, buena y humilde. –En la realidad Doña Berta era otra cosa. –La francesa regenteaba a tres pupilas que ejercían en la ruinosa casa de la calle Jean Jaurés, propiedad que luego de años Carlitos pudo comprar. –El morocho no quería a su madre porque era una atorranta. –Por suerte pude dejar impoluta la memoria de Don Carlos.
–Logré mi cometido porque hoy el bronce que sonríe nos deslumbra a todos y cada día canta mejor. –Te pongo el ejemplo de Gardel porque es una figura mundial, pero he forjado grandes destinos a seres insignificantes.
-Uno de ellos es Jorge Cracco. –En el barrio lo apodaban Tarira y era un idiota público. –Me emocionó que la madre le dijese “santito”, y rezaran juntos arrodillados en la vereda, entonces, al pobrecito Tarira, incapaz de armar una frase de más de cinco palabras, le soñé un destino de grandeza en el campo del pensamiento.
–Cracco tuvo dos momentos culminantes en su carrera. –El primero fue en el Congreso Internacional de Filosofía que se realizó en Mendoza en 1949. –Tarira pronunció el discurso inaugural y dijo: “la filosofía ha dejado de ser esotérica y misteriosa para convertirse en verdad revelada, claramente expuesta en la doctrina peronista, que es la savia misma del renacer espiritual de la republica. –Palabras de un ininputable al que aplaudieron de pie.
–Su otro gran momento fue la discusión que tuvo con Martín Heidegger en Berlín en el año 1953. –Tarira enfrentó a la bestia y refutó las tesis ontológicas del carnicero bávaro. –A su regreso lo nombraron Profesor Emérito.
-En cuanto a las historias la que más golpea es la de Edipo-. –Hace dos mil quinientos años se comunicó conmigo el Gobernador de la quinta zona para consultarme acerca de un relato del finado Sófocles.–Debo confesarte que lloré cuando el ciego Tiresias le cuenta a Edipo que este, luego de asesinar a su padre, ha tenido sexo con su madre. –Pero Edipo, en la primera versión, no cree una sola palabra de lo escuchado, y de ese modo logra escapar a su destino.
–Entonces realicé el milagro.- Corregí la obra de Sófocles logrando que nuestro personaje aceptara como verdadera la falsa historia inventada por Tiresias. – Simplemente con un sueño logré desatar el drama haciendo que Edipo se arranque los ojos.
-Pasaron muchos años y me había olvidado por completo de la tragedia pero apareció el brujo de Viena que la reflotó con notable éxito de público. –Ese médico, tenía talento literario, y fue el creador de personajes que se igualan con los de Shakespeare.
–Además desentrañó el mundo de los sueños, tema que yo conozco en profundidad, creando una obra que pertenece a la literatura fantástica. El viejo luego de una pausa reflexionó: -Ahora bien, lo que no me explico es como lo pueden tomar en serio.
Hizo silencio, encendió otro cigarrillo y continuó: - estás helado y en un rato llegarán los mellizos con diarios que tengo que recrear. –Estamos en un proyecto grande y estoy pensando que vos podés formar parte del mismo. –Junto a mis colegas, los Gobernadores, vamos a soñar de nuevo la historia del mundo. –En pocos días todo perecerá para ser soñado nuevamente. –Si querés podes acompañar a los mellizos en la gesta heroica de la nueva creación del universo.- En una tarjeta voy a escribir un mensaje. – Se la entregas por la mañana y ellos sabrán que hacer. Me extendió la tarjeta y exclamó– Podes irte. –Sentate en la sala general y nadie se dará cuenta que pasaste la noche conmigo.
Cuando me levantaba agregó: - Te quiero decir una última cosa. –Aunque el mundo se termine y tenga que soñar todo de nuevo estoy condenado al presente.- Si el pasado y el futuro existen quisiera saber donde están.
En silencio me retire de su despacho. Me senté en el lugar de siempre a esperar la llegada de la pareja de negro.
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