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jueves, 21 de marzo de 2013


Homenaje al  Coronel Estomba, un proto tanguero de ley. 
Precursor de los caminos hermanados de la sífilis y el tango.



Coronel Ramón Bernabé Antonio Estomba

De los Godos, en batalla, prisionero,
lo llevaron con cadenas hasta Lima,
siete años resistió en un agujero,
ofendido   y torturado, con inquina.

Liberado por el Indio y su escudero,
regresó con el alma mortecina,
el espíritu amargado, muy cabrero.
Con silueta de fantasma, y en la ruina.

Destinado a fortines de entrevero,
de la pampa generosa y solferina,
una tarde formó a sus coraceros,
frente a Tracios invasores, salvajina.

A la carga, ordenó a sus caballeros,
y corrieron por la tierra bizantina,
sin toparse con nadie, sin un pero,
regresaron lentamente a su rutina.

“Derrotamos a Licurgo y sietecueros,
soy Demóstenes, patrón de la Argentina”,
gritó  Estomba a su tropa de rastreros,
marginales en  fortín de cartulina.

Internado velozmente en un loquero,
con su mente y corazón lleno de espinas,
Estomba veía a Cristo, compañero,
conversaba con los duendes de fajina.

Una noche fue la muerte y su lanchero,
que buscó al Coronel en la letrina,
las manos aferraban un joyero,
con la imagen estampada de su china.