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Jorge Vidal llega al Paraíso

-A través de interpósitas personas me acabo de enterar que ha muerto Jorge Vidal.

Ha elegido Paraíso y está al caer. Quedemos aquí para entrevistarlo cuando llegue.

En la madrugada del día siguiente concurrieron a la estación, Malena, la que esconde una esperanza humilde, Julio Paredes, el poeta del barrio y el vidente Locuco.

Lentamente se detuvo la vieja máquina a vapor que transporta, saliendo de la estación Carapachay los viernes a la medianoche, a los finados que han elegido el cielo.

Cuando se disipó la nube los integrantes de la cátedra del café vieron a Jorge Vidal con su valija y guitarra al hombro.

Se presentaron:-Yo soy Julio Paredes, la señora es Malena Verdadera y el señor es el profesor Locuco. Somos periodistas de “El alma que canta”, y queremos registrar como primicia su llegada al Paraíso.

-Isa, contestó Vidal y caminaron hasta la puerta.

Locuco gritó: -Pedriño, abrí el portón que hoy llegó un grande.

San Pedro le dio la mano a Vidal y los acompañó hasta el café “El Pensamiento”.

Cuando hizo su entrada al feca una cerrada ovación conmovió a todos.

Se puso de pie Jorge Luís Borges y dijo:-Me toca a mí darle la bienvenida.

Sepa, Vidal, que siempre lo consideré el más grande cantor de tango. Sobre todo por su interpretación de “Flor de Fango”. Usted canta muy bien esa composición de Contursi cuya letra es perfecta:

“Después fuiste la amiguita

De un viejo boticario

Y el hijo de un comisario

Todo el vento te sacó…”

En un viejito boticario y el hijo de un comisario no hay ripio.

A veces siento que en nuestro país no se hizo nada más grande que el tango.

En un momento yo fui enemigo de Pascual Cotursi porque con “Mi noche triste” mató al viejo y alegre tango zumbón, y le dio entrada al italianaje en nuestra música. Inventó al siniestro Carlos Gardel que tiene la misma sonrisa de Perón.

Pero después con letras como "Ivette" y "Flor de fango" me reconcilié con Pascual. Además, su hija Gladys, que es mi amiga, me dijo estos versos escritos por su padre:

“Acordate de la cruz

Que te regaló tu hermano

Y del huevo de avestruz

Sobre la mesa de luz

En el cajón de Cinzano”

Si Contursi escribió esto Contursi es el Dante.

Se abrió la puerta del café y entraron sonriendo Carlos Gardel y Julián Centeya.

De inmediato Borges hizo mutis por el foro.

Vidal, Gardel y Centeya se confundieron en un abrazo.

Después de agradecerles la deferencia Vidal preguntó: ¿-Quien es el que me dio la bienvenida.

-Un compadrito frustrado, contestó Centeya.

-Que alegría tenerte por acá, dijo el Zorzal.

-Podemos cantar a dúo, siempre dijeron que yo era un cantor gardeliano, salvando las distancias, comentó Vidal.

Habló Paredes, el poeta del barrio: ¿-Podemos hacer unas fotos? Trabajamos para el relanzamiento del “El alma que canta”.

-Yo no tengo problema, dijo Gardel.

Se ubicaron, según indicación del Profesor Locuco, Gardel, Centeya y Jorge Vidal contra una pared blanca y Malena, la que esconde una esperanza humilde los retrató.

Luego Julián Centeya dijo:-Yo voy a decir unas glosas especialmente escritas para este momento, y después Jorge podría cantar alguna milonga burrera. ¿Qué te parece?

-De acuerdo, dijo Vidal y comenzó a templar la guitarra.

Paredes encendió el grabador y así comenzó Centeya: