En el último plenario de los viernes organizado por los catedráticos del café, hizo uso de la palabra Don Julio Paredes, el poeta del barrio:
-Así como hemos investigado la ideología política de Ignacio Corsini, el Caballero Cantor, llegando a la conclusión, después de años de estudio, de que no era fascista como creímos en un primer momento, llegó la hora de develar otro de los grandes misterios del tango. Ese arcano a resolver es la verdadera identidad sexual de “Melenita de Oro”, el oscuro personaje del famoso tango firmado por Samuel Linnig.
Para desconcierto de todos, Don Julio fue interrumpido por una de las mujeres presentes en el café.
¿-Usted quien es? Preguntó Julio a la dama que le paro el carro.
-Soy Malena, la que esconde una esperanza humilde, y creo que a esta altura del partido discutir la sexualidad de “Melenita de Oro” o de su creador es irrelevante, y hasta anacrónico.
-Y que propone usted, contestó Paredes, para agregar irónico:
¿-Investigar si el hijo de “Giusseppe el zapatero”, se recibió de médico?
-Puso chapa en la puerta, aventuró, tímido, el tordo Laferlita.
-La chapa puede ser trucha, retomó Malena: -Lo que nos interesa a los estudiosos de la música popular es el lugar simbólico común creado por el tango.
Este lugar aglutinó un país en torno suyo, y esa alianza de clases a través de nuestra música duró hasta 1956. Ese año el país cambió y se terminó el tango para siempre. Y ese final anunciado tuvo dos cierres magistrales: “La última curda”, de Cátulo Castillo y “Adios Nonino”, de Piazzolla.
Es como si uno se emborrachase en el velorio del padre. Después la nada.
Cuando Malena, la que esconde una esperanza humilde calló, se hizo el silencio.
Mutismo que rompió Paredes que conciliador expresó:-De todos modos Malena, creo que debemos situarnos en la época en que esos tangos fueron compuestos. “Melenita de Oro” es de 1923. “Giusseppe el zapatero” de 1930.
Continuó Paredes:-Usted no debe desconocer los orígenes prostibularios del tango, y “Melenita de Oro” no sería el primer travestido en la historia tanguera.
Como ha investigado Don Ricardo Ostuni, en la década de 1910 se destacó el famoso “Mirko”, encarnado por el actor Fernando de Torres que vestido de mujer cantaba en los prostíbulos de la calle Junín.
Este buen señor podría haber inspirado el tango de Linnig.
-Usted insinúa que hubo un romance entre Mirko y Samuel Linnig, preguntó con desconcierto el rengo.
¿-Y porque no? Contestó Paredes. Como decía el finado Hegel siempre hay hechos paralelos en la formación de un mito.
En Buenos Aires tenemos una leyenda que es el tango.
En su desarrollo nuestra música formó pareja con diversas patologías que debemos estudiar siguiendo el método dialéctico de tesis, antitesis y síntesis.
El tango bailado entre hombres en la vereda, el tango y la tuberculosis, el tango y la sífilis, el tango y el estado de locura que esta enfermedad producía en su etapa terminal.
Recordemos el doloroso final de Pascual Contursi en el Hospicio de las Mercedes.
Y todos los caminos emprendidos por el tango tienen un solo origen: el quilombo.
Pienso que lo que podemos hacer es recurrir al vidente Locuco para que nos traiga a la mesa a Samuel Linnig.
-Pero Paredes usted que se cree, que esto es un almacén, pide un kilo de yerba y se lo vendo, contestó muy molesto Locuco.
-El poder de invocar a los muertos es un don que heredé del finado mi viejo, y traer alguno del más allá no es cosa fácil. La concentración es fundamental. Yo estudié Espiritismo Científico, acá hay mucha gente y no se si puedo llegar hasta el paraíso con tanto ruido.
-Inténtelo, le ordenó Paredes.
De inmediato se corporizó Samuel Linnig.
Atildado en el vestir, lucía guantes y bastón.
-Supongo que quieren hablar conmigo. En que los puedo ayudar.
Malena, la que esconde una esperanza humilde, rompió el silencio:
-Tenemos con el Señor Paredes dos posturas diferentes ante el tango y en cuanto a su historia, dijo.
-A Paredes le interesa conocer el sexo de “Melenita de Oro”,
cosa para mi intrascendente. Lo que yo quiero es demostrar que a través del tango se concretó entre 1917 y 1956 la integración del país.
Contestó Samuel:-Para la primera pregunta la respuesta es afirmativa. Tiene razón el Sr. Paredes al suponer que “Melenita de Oro” era un travestido y no es un tema menor.
Lo insinúo en la letra dos veces. Cuando “Melenita” dice: “a mi me llaman Melenita de Oro." Si a usted señora le preguntan su nombre lo dice porque no tiene nada que ocultar. No masculla “me llaman Malena”.
En otra parte dice el amante de “Melenita”: “Apágame la luz, cierra la puerta…No quiero verte más mujer odiada, déjame solo, solo con mi pena. ¡No quiere verte más, vuelve mañana.”
Lo que quise señalar es que en sus orígenes y en las primeras épocas del tango, la mujer era una excusa para la pasión entre los hombres.
Con respecto a lo que dice Malena estoy de acuerdo en el espacio simbólico común, que aunque muy disputado, la enorme mayoría del pueblo pudo reconocerse en él.
-Que hubiese pasado si “Melenita” decía de manera explícita que era un traba, preguntó Paredes.
Contestó Don Samuel:-A “Melenita” nada. Yo hubiese tenido que huir rápidamente a mi país de origen, el Uruguay.
Solo a Gardel se le disculpaba todo, incluso sus simpatías políticas conservadoras, y su amistad con personajes como Fresco y Barceló.
Además Don Carlos inventó el tango y fue el mejor relator de historias que tuvo el país. Por eso la Iglesia le prendió fuego.
De manera inesperada se oyó la voz del Sr. Musante, el tanguero que volvió de la muerte:-Quiero señalar que Linnig es autor también de otro clásico del tango, Milonguita, la pebeta más linda de Chiclana.
-Musante, usted por acá, dijo Linnig sorprendido. -Quiero decirle que dejó un grato recuerdo en el café “El Pensamiento”. ¿Cuándo vuelve?
-Cuando Carlos Gardel me llame a su lado, contestó el Sr. Musante.
-Me despido agradecido, la conversación ha sido esclarecedora, dijo Linnig.
-Como gratitud por haberme convocado quiero dejarles un verso escrito el 16 de Octubre de 1925, día de mi partida: “La luz del mundo me dice adiós”. Señores, buenas tardes, concluyó.
La silla que ocupaba quedó vacía.
Bibliografía:
Tango. La mezcla milagrosa (1917-1956)
Carlos Mina
La Nación- Sudamericana. 20007.