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miércoles, 28 de julio de 2010

Corsini cuenta su historia





Dijo el vidente Locuco:-Ayer pasó por casa un ángel enviado por Ignacio Corsini.
El Caballero Cantor quiere que Paredes y la Sra. Malena lo visiten en el cielo.
Con Paredes quiere tratar aspectos del tango en la Segunda Guerra Mundial.
A la Sra. Malena simplemente conocerla, porque su amigo Cátulo Castillo le habló de ella.
El viernes vengan a casa a medianoche y nos vamos para arriba, concluyó Locuco.
El día fijado Julio Paredes, el poeta del barrio, acompañado de Malena, la que esconde una esperanza humilde, esperaban en la casa de Locuco. Cuando en el viejo reloj de cobre sonaron las doce campanadas, Locuco dijo:-Cierren los ojos y sueñen con la pinta de Carlos Gardel.
En menos que suda un negro estaban en el café “El Pensamiento” , sentados junto a Julio Jorge Nelson, Ignacio Corsini y su esposa Victoria.
Nelson hizo las presentaciones:-La señora es Malena Verdadera, el señor es Julio Paredes.
El Caballero Cantor besó la mano de Malena, y luego de saludar a Paredes les presentó a Victoria, su esposa de siempre.
Dijo:-Me contó Julio Jorge, acá presente, que se ha publicado un libro donde se hace mención a la importancia del tango en la derrota del ejército de Hitler en las trincheras de Stalingrado.
-Así es, contestó Paredes.
-A las tropas de Hitler, luego de ablandarlas con fuego de morteros les acercaban vagones con discos de gramófono con selectas grabaciones, donde brillaba mi gola melancólica..
-Algo así, contestó Paredes.
¿-Y eso quién lo dice?, preguntó Corsini.
-Antony Beevor, un historiador inglés, contestó Paredes.
-Pensar que me acusaban de fascista porque cantaba las letras de Héctor Pedro Bloomberg sobre Rosas. También era sospechoso para algunos mi retiro definitivo en 1948. Una tarde me pararon en Parque Centenario, y una supuesta comisión de homenaje me preguntó si simpatizaba con Mussolini.
Estoy acá desde 1967 y recuperé a Victoria a la cual conocí en un circo en 1911.
Pasé de héroe a chivo emisario, y ahora gracias a ese historiador, soy un héroe de nuevo. En 1930 era el Caballero Cantor, después fui una rara mezcla de nazi-fascista mazorquero. Ahora descubrieron que la Segunda Guerra Mundial se definió en el este gracias a mi voz de ensueño. La justicia tarda pero llega.
Corsini se dirigió a Malena:-A usted quería conocerla porque mi amigo Cátulo siempre la menciona. La quiere como a una hija. Y Homero ha confesado su amor. Malena, usted es un personaje ilustre.
¿-Magaldi anda por acá, preguntó Paredes.
-Si, pero se muestra poco, acotó Julio Jorge Nelson.
-Está muy deprimido porque dice que en Buenos Aires nadie lo recuerda. Es un tema muy ingrato. Y eso que ha sido revalorizado a nivel mundial. Ustedes sabrán que el semiólogo italiano Humberto Eco tradujo sus tangos al italiano, y que el médico francés Jacques Lacan hizo una versión en francés de “Portero suba y diga” que cantó Maurice Chevallier. Pero en la Reina del Plata no le dan bola. Agustín, como buen criollo, se la banca. Pero está triste.
En una oportunidad lo visitamos en su casa con el profeta Ezequiel, el de La Biblia, del cual soy muy amigo porque somos paisanos.
Ezequiel lo conmovió cuando le contó una de sus visiones. Le dijo a Magaldi:
-Vi entonces una mano extendida con un rollo. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso. Escuché la voz de Dios:-Abre la boca y come lo que te doy. Y me morfé la Biblia.
Comentó Agustín emocionado:-Carlos Gardel es la voz de Dios.
Contestó Ezequiel:-Es la única verdad, es mentira lo demás. Por otra parte no hay nada para ver. Afuera no hay nada porque el Señor está dentro de nosotros.
Dios es de todos, y el Zorzal habla con su mismo verbo y canta con su misma voz.
-Amanece, dijo el vidente Locuco.-Hora de tomarse el raje, agregó.
Don Ignacio Corsini se puso de pié y expresó:-Ha sido una noche inolvidable.
Conocer a la sublime Malena Verdadera y conversar con Julio Paredes, el poeta de Vicente López.
Luego de besar la mano de Malena, el Caballero Cantor se dirigió a Paredes y preguntó:
¿-Hay manera de conseguir el libro de Beevor?
-Por supuesto, contestó Paredes.-Dígame cómo se lo puedo enviar.
-Desde la estación Carapachay sale un tren por día al Paraíso.
Mándelo por correo simple.

Bibliografía:
Stalingrado
Antony Beevor
Crítica Barcelona. 2000

Historia de una Biblioteca
De Platón a Nietzsche
Tomás Abraham
Editorial Sudamericana. 2010

miércoles, 21 de julio de 2010

El Sr. Musante informa como llegó al otro mundo

Luis Buñuel. Retrato pintado por Salvador Dalí


-Una noche me dormí vivo y a la mañana siguiente me desperté muerto, contó en el café el Sr. Musante.

-Eso fue hace muchos años y el primer día como finado me sentí raro, no me hallaba. A la semana se me acercó un señor de mirada sombría.

Dijo:-Musante, estás muerto desde hace días y andas boleando cachirlas. Eso les pasa a todos. Soy representante del infierno. Si querés venir a conocer a Lucifer solamente tenés que avisar. En el inframundo vas a encontrar a los más grandes hijos de puta de la historia, y a los otros también.

Al rato se me acercó otro de mirada angelical.-Soy un hombre del cielo en este mundo. No sé si tomaste conciencia que desde hace una semana estás debidamente fallecido. Ahora tenés que elegir según tu gusto. Si sos un guacho elegí el infierno y ahí estarás a feliz. Se incendian casas entre vecinos, todos gritan, hay mucho vicio y trompadas.

Si sos manso venís conmigo al cielo donde todo es amor y paz.

¿-Y Dios qué dice? Pregunté.

-Nada, contestó el representante del cielo. Vos elegís infierno o paraíso según tu gusto.

Dios no dice nada. El Señor es libertad.

Musante, luego de tomar un poco de agua, continuó ante la atenta mirada de los Catedráticos:

¿-Dónde está Gardel?

-El Zorzal eligió el Paraíso. Si te gusta el tango hay un lugar en el cielo donde paran todos los tangueros. La mesa la preside Carlos Gardel y el café se llama “El Pensamiento”

-Voy para allá, dije, y partí, cabizbajo hacia el otro mundo.

El Sr. Musante, angustiado por su propio relato, tomó agua a raja bonete.

Siguió:

-Me constituí en el cielo. El portón estaba cerrado. Golpeé mis manos y apareció un personaje que metía miedo.

Preguntó agresivo:-Qué querés.

Contesté:-Soy Musante, elegí el cielo. Quiero ir al café “El Pensamiento” para conocer a Gardel.

San Pedro abrió el portón y dijo:-Cinco cuadras por la Avenida de los Cipreses, después veinte metros a la derecha.

-Cuando entré al café se me acercó Julio Jorge Nelson que me dio la bienvenida, me presentó a Gardel y me dijo:-Llegas justo porque el Bronce que Sonríe está escuchando una discusión sobre los ciegos y el tango. Sentate al lado del Morocho.

Gardel, con una sonrisa, señaló la silla a su lado.

Se escuchaba un vozarrón con fuerte acento español que discutía con el ciego Tiresias.

-Usted es el culpable de que el tango esté lleno de ciegos.

-Reconocí enseguida al gallego que se imponía por su voz., dijo Musante.

- Era Luís Buñuel, agregó

Tiresias contestó:-¿Cuál es el problema de que haya ciegos en el tango?

-Como a la mayoría de los sordos me desagradan los ciegos.

Un día, en Méjico vi a dos ciegos sentados juntos. El uno besando en la boca al otro.

Me sentí un poco sorprendido por la escena. Y pregunto: ¿Es cierto que los ciegos son más felices que los sordos?

Contestó el ciego:-No, que va. Lo que puedo afirmar es que en el mundo de los ciegos, los ciegos ven. Imágenes muy raras y difíciles de describir.

-Soy sordo pero no soy estúpido, contestó Buñuel. ¿-Cómo es eso de que los ciegos ven?

Respondió Tiresias:-Como hay un mundo de los sordos hay también un mundo de los ciegos. Éste es muy particular porque el ciego crea su propio cosmos de imágenes, luces y sombras.

-¡Sos un ciego cabrón, como todos los ciegos! Respondió Don Luís.

Continuó:-No puedo pensar en los ciegos sin recordar una frase que decía mi padre cuando comía fiambre: ¿-Verdad que la mortadela está fabricada por ciegos?

Para mí, esta afirmación en forma de pregunta, es tan verdadera como una afirmación del Evangelio. Por supuesto algunos pueden encontrar absurda la relación entre los ciegos y la mortadela. Como puede sonar absurda la relación entre los ciegos y el tango.

Pero es que no hay ningún tanguero ilustre que haya sido ciego.

Hay sordos brillantes en el tango, y Don Osvaldo Pugliese es el ejemplo cabal.

-Pero ahora Pugliese oye, contestó Tiresias.

-Cuando compuso “Negracha” estaba sordo. Recuperó la audición como yo, y todos los sordos en el cielo.

Luego, cerrando los ojos Buñuel expresó:-No está del todo mal esto de estar muerto. Puedo escuchar de nuevo el ruido de la lluvia y la voz de Carlos Gardel.

Bibliografía:

Luis Buñuel

“Mi último suspiro”

(Memorias)

Plaza & Janes

1982

jueves, 15 de julio de 2010

Nuestro mayor filósofo concurre al café





Una tarde cualquiera se abrió la puerta del café.
Los catedráticos vieron avanzar hacia su mesa, con paso firme y marcial, a Froilán Francisco Gorrindo, el filósofo de Quilmes.
Dirigiéndose al señor Musante, arrancó:-La Madre María le manda saludos.
-Muy apreciados, sollozó el tanguero que volvió de la muerte.
Se sentó a la mesa y dijo:-Me envía el Espíritu Santo para aclarar algunas cosas.
Malena, la que esconde una esperanza humilde, preguntó: ¿-Cuales son los motivos para que semejante personaje celestial lo haga venir al café?
-El Sagrado Espíritu está consternado porque ustedes dicen que dicen que es un gil.
-Ese comentario se lo escuchamos a Carlos Gardel, acotó Julio Paredes el poeta del barrio.
Continuó Gorrindo:-Así es. El que instaló esa idea fue el Morocho.
-Nadie que disfrute con la coloratura vocal de Alberto Margal se puede decir que es un vivo, insistió Paredes.
-Póngase en el lugar del Espíritu. Margal forma parte de su mesa y no puede decir otra cosa. Además todo empezó en broma, pero las cosas después tomaron otro cariz.
Me encargó el Espíritu que hable con ustedes y especialmente con Malena, porque sabemos de su buena fe, para cambiar la imagen del Numen de la Santísima Trinidad.
Malena contestó:-No se preocupe Don Francisco, haremos lo posible para que nadie se entere.
-Que el Espíritu Santo es un minorato no saldrá de nosotros, contestó autoritario Paredes.
¿Y usted, Gorrindo, cómo anda? Preguntó Musante, el tanguero que volvió de la muerte.
-Bien, asombrado por el éxito cada día mayor de mi tango “Las cuarenta”.
Ahora hay dos filósofos, que comparten la mesa del café “El Pensamiento”, que discuten si mis ideas pertenecen al mundo de los cínicos o al de los escépticos.
¿-Quiénes son? Preguntó Paredes.
-Carlos Astrada y Rodolfo Kusch.
-Para Kusch soy un cínico por mi total desvergüenza social.
Los cínicos recibían su nombre de la palabra perro, porque despreciaban las convenciones sociales.
En cambio para Carlos Astrada soy un escéptico, porque un escéptico es aquel que examina. El que sabe que nada es verdad.
Ese es mi sentimiento esencial, también el del porteño y el tango.
-Gardel no llegó a grabar “Las cuarenta”, agregó el tordo Laferlita.
-Por una cuestión de meses, una lástima, cerró Paredes.
-Dice Carlos Astrada, que la obra cumbre de la filosofía argentina hubiese quedado registrada por la voz de Dios, concluyó Gorrindo.
-Pero no se puede pedir todo en la vida ni en la muerte.
¿-No está a gusto en el otro mundo? Preguntó Laferlita.
-En la muerte no hay sorpresas, contestó Gorrindo.
Siguió:-El futuro es simple, llano y aburrido, por más que uno comparta la mesa con Carlos Gardel.
Lo que es una maravilla es el pasado. Hay un pasado que recordamos porque es nuestro.
Pero estamos llenos de falsa memoria. Además ese pasado podemos reinventarlo, o el “Padre Eterno” puede trastocar todo solamente con cambiar la memoria de la humanidad.
En eso consiste la magia de lo pretérito. El futuro, en la vida y en la muerte, es sencillo y aburrido. Está resumido en el poema de Carlos de la Púa, “Hermano Chorro”:
“Toma caña, pita fuerte,
juga tu casimba al truco,
y emborrachate, el mañana
es un grupo.
Tras cartón está la muerte.

-De la Púa comparte nuestra mesa, y el Zorzal le hace decir este poema todas las noches.
Miró la gran ventana y dijo:-Se termina el día, quiero caminar por la calles del sur, ver el último sol en la playa de Quilmes.- ¿El tranvía 22 todavía corre? Preguntó Gorrindo.
-No, contestó Paredes, pero el Ferrocarril Roca lo deja justo, acotó Paredes.
Gorrindo, dirigiéndose al exrengo Cutulli, comentó:-Mi buen amigo, han llegado historias sobre usted que lo pueden perjudicar.
No se burle del Espíritu Santo que como es de bueno es de vengativo. Si lo escucha le manda una excomúnica que lo deja peor que antes. Si eso es posible.
-Vas a volver a ser un setentaytres, acotó Paredes.
Cutulli preguntó enojado: ¿-Dios permitiría eso?
-Dios es libertad, contestó Gorrindo y se fue silbando “Contramarca”.

miércoles, 7 de julio de 2010

Carlos Gardel aclara ciertas dudas


Dijo el vidente Locuco:-Se presentó anoche uno de los integrantes de la secta “Testigos de Gardel”. Contó que el Mudo quiere vernos para aclarar ciertas dudas.

El próximo viernes a medianoche se presentará en mi casa de Munro.

-Si lo veo a Gardel me muero, gimió el tordo inconsolable.

-Estuviste con él en la fiesta del Bicentenario.

-No es lo mismo. Dicen que cuando el Zorzal desciende a la tierra los que lo ven enloquecen, concluyo el Doctor Lafaerlita, y se largó a llorar.

¡-Tenga mano tallador!, contestó Paredes, el poeta del barrio. Agregó con desprecio: ¡-Un hombre macho no debe llorar!

Malena, la que esconde una esperanza humilde, mientras tomaba entre sus manos las de Laferlita, expresó:-Usted es muy sensible. Cálmese, que hablar con Gardel le devolverá la paz perdida.

-Eso sí, acotó con sabiduría Musante, el tanguero que volvió de la muerte.

La Cátedra completa se dio cita en la versallesca casona del vidente Locuco, situada en la calle Sargento Baigorria, frente a la estación Munro.

Cuando llegó la medianoche se materializó un personaje de escracho sombrío,

cruza de chino y mulato, que explicó:-Soy el jefe de la custodia del Morocho.

Debo informar al comisariato sobre quienes estarán cuando se de cita Don Carlos.

El vidente Locuco presentó a cada uno de los integrantes de la Cátedra del café.

De inmediato el chino acotó:-Todo bien, y llevándose dos dedos a la boca emitió un silbido del otro mundo. Se apagaron las luces y la oscuridad fue total durante unos segundos. Una extraña luminosidad invadió la estancia donde se encontraban los Catedráticos. Se materializaron tres personas pertenecientes a la custodia, y una rosa en llamas comenzó a girar por la habitación.

Se detuvo frente a la mesa redonda donde los Catedráticos estaban sentados, y desde el fuego se escuchó “La Voz:”

-Amigos de la América Latina les habla Carlos Gardel.

Continuó:- No llore Laferlita, la vida es dura, con la filosofía poco se goza. Musante, ¿usted por acá? Lo tenemos presente porque dejó un recuerdo muy grato en el café “El Pensamiento”.

Cuando me vieron en el cielo con motivo del Bicentenario, les prometí una visita.

Mis amigos Manzi y Lucio Demare me contaron que estuvieron y lo pasaron muy bien, así que decidí constituirme.

Dijo el ex rengo Cutulli:-Antes que nada quiero agradecerle su gestión ante el Espíritu Santo con motivo de mis problemas de movilidad. Desde el regreso mis piernas mejoraron, y puedo caminar como cualquier cristiano.

-El Espíritu Santo hace milagros, pero es un esquenún.

¿-Por qué? Preguntó Paredes.

-Tiene gustos musicales que me dan en los quimbos. Se emociona con canciones tirolesas y es devoto del bambuco colombiano.

-Le gusta Alberto Margal, agregó Paredes.

-Es cierto. No quiero hablar del tema porque tengo una buena relación con Margal, que es una bellísima persona. Pero como cantor deja mucho que desear.

¿-Tuvo diferencias con Homero Manzi? Preguntó Paredes.

-Si. Él escribió una nota en la revista “Micrófono”, en 1934 donde trató muy mal a Lepera. Lo cuestionó desde una perspectiva nacionalista. La pasión política del momento lo llevó a eso. Yo era conservador, Homero radical, y se la agarró con Alfredito que no le interesaba la política, vivía en Francia escribiendo guiones y teatro.

En las horas libres corría minas por la calle.

Fue en París cuando le conté a Edmundo Guibourg que tipo de cine quería hacer, y me dijo:-Tengo el hombre para vos. Al día siguiente comí con Alfredo y no nos separamos nunca más.

Con Manzi la cosa se arregló en el Paraíso. Ya está todo olvidado y nos vemos a diario.

Además me contó que entre ustedes está la verdadera Malena y supongo que es la señora acá presente. Es un gran honor conocerla, dijo “La Voz”, desde la rosa en llamas.

-Muy agradecida, contestó Malena.

¿-Era amigo de Guibourg? Preguntó Paredes.

-Por supuesto. Nos unía el idioma francés, aunque yo nací a los dos años en el barrio del Abasto.

Malena preguntó:-Don Carlos, ¿Por qué habla desde la rosa en llamas y no lo podemos ver?

-Todo un tema, contestó el Morocho. Mi rostro inmarcesible produce tal conmoción que los humanos cuando me embrocan se quedan ciegos. Pierden la vista para siempre y se transforman en luz. Por eso hay tanto ciego en el tango.

-¿Continúa su amistad con Guibourg? Insistió Paredes.

-Por supuesto, contestó “La Voz”. Edmundo es una fuente inagotable de sorpresas. Ahora me presentó a un poeta italiano, un hombre muy fino llamado Giuseppe Ungaretti. Sabe de tango y lleva puesta cierta melancolía carioca, porque fue Cónsul en Río de Janeiro. Estamos trabajando, con Edmundo y Ungaretti sobre un poema de éste titulado “El ángel del pobre”, que resume lo que uno siente cuando las miserias humanas han quedado sepultadas por el soplo divino. Le estoy poniendo música y Edmundo, con la venia de Ungaretti, lo está adaptando.

Cuando esté terminado volveré y serán los primeros en escucharlos.

-Adelantenos algo, pidió Malena.

-Solamente porque usted, la verdadera Malena me lo pide.

Se hizo el silencio y “La Voz” recitó en italiano:

Ora si svegli l’angelo del povero,

Gentilezza superstite dell’anima…

Col gesto inestinguibile dei sécoli

Dicenda a capo del suo vecchio popolo

Im mezzo alle ombre.”


Hubo un nuevo silencio y los Catedráticos fueron sorprendidos por el sonido

inconfundible de las guitarras de Barbieri, Aguliar y Riverol:

“La Voz” cantó:


“Hoy el ángel del pobre se despierte

La nobleza que queda en nuestras almas.

Con el gesto imborrable de lo siglos

Descienda al frente de su viejo pueblo

En medio de las sombras.”


La rosa en llamas comenzó a apagarse y segundos después se había extinguido por

completo.

Se escuchó la garganta de papel de lija del jefe de la custodia del Morocho:

-Amanece, hay que rajar.

Dirigiéndose al vidente Locuco preguntó: ¿-Jefe, dónde queda la estación Carapachay?

-Veinticinco cuadras hacia el norte.

-Desde ahí sale el tren al Paraíso.