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domingo, 27 de junio de 2010

Homero Manzi visita Munro



¿-Cuál es la verdadera Malena? Preguntó Julio Paredes, el poeta del barrio.
-Porque después de lo dicho por Demare no es ninguna de las que pensábamos, agregó.
-Traigamos al mismo Manzi para que aclare los tantos, dijo el ex rengo Cutulli.
-Hay que invocarlo para que venga a casa. Manzi no concurre a cualquier lado, expresó el vidente Locuco. El próximo viernes a medianoche.
Cuando llegaron Homero ya se había integrado y conversaba amablemente con el Profesor Locuco.
Homero se puso de pie cuando ingresaron los miembros de la Cátedra del café.
Locuco los fue presentando y Manzi les daba la mano. Julio Paredes, el Sr. Musante, el tordo Laferlita, y el ex rengo Cutulli.
Cuando Malena, la que esconde una esperanza humilde, se acercó, a Homero como a Fierro cuando cruzó la frontera, dos lagrimones le rodaron por la cara.
-Malena, dijo mientras se enjugaba los ojos.-Usted por acá, subrayó.
-Ladran los fantasmas de la canción, deslizó Malena.
-No pensaba encontrarla y hace años que la espero. Desde 1951.
Se sentaron y Paredes, el poeta del barrio expresó:-Está todo dicho.
Continuó Paredes para cortar el llanto:-Siempre se dijo, Manzi, que usted tenía mala relación con Gardel.
-Es así, contestó Homero. Todo surgió por un artículo mío publicado en la revista “Micrófono” en septiembre de 1934. La nota se titulaba “Errores de Gardel”, y ahora, 80 años después reconozco que los errores eran míos.
Escribí que el primer error de Carlitos era tener como letrista a Lepera. Una falla muy gruesa. A la gente del tango nos disgustó que Gardel eligiese a Lepera porque no era del palo.
Yo lo cuestioné y dije que le faltaba “valor nacionalista”.
Cuando Alfredito me extendió la derecha en el café “El Pensamiento” el día de mi arribo al mundo celestial, me di cuenta de mi error.
Alfredo Lepera es un grande. Nos hicimos amigos enseguida y medió para que Gardel me levante la interdicción. Solamente la pasión política del momento me llevó a publicar ese disparate.
Gabriel García Márquez escribió que su gran influencia literaria fue Gardel, cuyos tangos escuchaba en Aracataca. Esas letras perfectas estaban escritas por un ignoto Alfredo Lepera.
En las largas noches de café Alfredito contó el origen de alguna de sus creaciones.
Los clásicos son su fuente porque es de una gran cultura. Me gustó la historia de cómo surgió “Volver”.
Lepera estaba leyendo “La Divina Comedia”, y en el “Purgatorio”, en el canto XI, hay una tercina que dice:
“Laudato sia’l tuo nome e’l tuo valore
Da ogni criatura, come’ é degno
De render grazie al tuo dolce vapore”

El dulce vapor es como un soplo. ¿Y qué es la vida? Nada más que un soplo.
Escribió:-“Sentir, que es un soplo la vida”. Ese dulce vapor también es el Espíritu Santo que quería a Gardel y Lepera cantando para él con exclusividad.
Grabaron “Volver” en 1935 y después vino el incendio.
-Gardel lo trata mal al Numen de la Trinidad, afirmó Paredes.
-Es una rutina en la cual participa Alberto Margal, un cantor macarrónico pero un gran tipo. Además con mucho humor. La broma es que el Espíritu dice que el mejor de todos los tiempos fue Margal, el cantor de las madres y de la novias. Y la mejor orquesta la de Enrique Rodríguez.
Gardel se hace el enojado y contesta que los dueños del cielo tienen un toscano en la oreja.
-Sin embargo algo de eso hay, dijo Paredes. –La orquesta preferida de Dios Padre es la de Juan D’Arienzo, remató.
-La versión de “La Cumparsita”. También nuestro Señor convoca a Ángel Vargas para que cante “Trasnochando”.
Pero el número uno es Carlos Gardel. Por eso le prendieron fuego.
Debo retirarme porque me espera mi amigo Alfredito Lepera con el whisky y los maníces.
Homero se puso de pié, se acercó a Malena y expresó:-Vuelvo contento a la casa del Padre porque la he visto después de tantos años. Está igual que siempre, e irradia la misma luz que cuando la conocí.
Después, dirigiéndose a los integrantes de la Cátedra que miraban con emoción, dijo:
-Tienen con ustedes al arquetipo platónico de la mujer. Cuídenla, no hay otra como ella.
Tomó entre las suyas las manos de Malena y murmuró:
-Tus manos, dos palomas que sienten frío, y desapareció en la niebla de Munro.

lunes, 21 de junio de 2010

Don Lucio Demare cuenta ciertas cosas

Lucio Demare



“Dandy”, el célebre tango de Lucio Demare está inspirado en un famoso buchón del barrio del Abasto, dijo el Sr. Musante, el tanguero que volvió de la muerte.
¿-Y usted como lo sabe? Preguntó Cutulli, el ex rengo.
-Me lo contó Agustín Cipriano Irusta, autor de la letra. Con él y con Lucio Demare compartí durante años la mesa de Carlos Gardel en el café “El Pensamiento”, en el Paraíso.
-Demare compuso tres tangos de antología. “Dandy”, “Mañanitas de Montmartre” y “Malena”, acotó el sabio Paredes.
-Contaba muy lindas historias sobre “Dandy” y “Malena”, continuó Musante.
-Lo podemos invitar al café para que hable sobre su obra, dijo el tordo Laferlita.
¿-Vendrá? Preguntó Paredes.
-Probemos, dijo el vidente Locuco.El viernes de tardecita lo podemos intentar. Es el día y la hora en que el alma que canta se encuentra con la guardia baja, invadida de nostalgia tanguera.
El viernes, con la última luz de la tarde estaban los catedráticos reunidos en el café, expectantes.
Se abrió la puerta y entró Locuco acompañado por Lucio Demare. Cuando vio al tanguero que volvió de la muerte, Demare expresó:-Musante, usted por acá y se confundieron en un abrazo. Después tomo asiento entre Malena y el tordo Laferlita.
Una vez ubicado miró los ojos de Malena, la que esconde una esperanza humilde, y los concurrentes del café tuvieron la impresión de que la conocía.
Interrumpiendo la magia del momento se escuchó la voz de Paredes: -Don Lucio, somos devotos de su obra y nos interesa saber acerca de la historia de algunos tangos, que según informó el Sr. Musante, usted refería en el café “El Pensamiento”.
-Lo que puedo contar es la historia del tango en París, del cual fui protagonista y sobre mis dos grandes amigos, Carlos Gardel y Homero Manzi.
Debo reconocer que llegue a Francia y tuve éxito, porque en Buenos Aires tuve grandes maestros.
¿-De que barrio es? Preguntó Cutulli, el ex rengo.
-Nací en la esquina de Gallo y San Luís, en el Abasto. Mi viejo era músico, tocaba el violín y se dio cuenta que me gustaba. Me mandó a estudiar piano con un grande, Don Vicente Scaramuzza.
Un italiano brutal; partidario de que la música con sangre entra.
Don Vicente te tomaba un examen. Si aprobabas estudiabas con él. Si no te mandaba al ablande con su mujer o su hermana.
Yo aprobé y durante la clase se paraba detrás mío y con un puntero señalaba el pentagrama, decía re, fa, sol. Si le entrabas mal a la nota te partía el puntero en la cabeza.
Con el único que Scaramuzza se ablandaba era con Cátulo Castillo que tenía y tiene el don de aplacar a las fieras. Cuando se encontraban, Don Vicente, en cocoliche preguntaba: Castillo ¿Quién soy yo? Cátulo respondía:-El personaje principal de una Ópera de Wagner titulada “El calabrés errante”. Esto causaba risa y calmaba la rabia ancestral de Don Vicente.
Cuando terminé los estudios me dediqué al jazz y debuté en el Tabarís a los 16 años.
Ahí me escuchó Canaro que me convenció que lo mío era el tango.
Cuando Canaro se fue a París me llevó como pianista. Tocábamos en el “Ambasadeor”, el cabaret de moda. Compartía cartel con Carlos Gardel, Bing Crosby, y Rodolfo Valentino. Éste usaba smoking y zapatos blancos. Parecía un heladero.
Una noche se me acercó Gardel y me dijo:-Lucio, quiero grabar “Dandy”.
-Vení mañana a casa y ensayamos, de paso te quedas a comer.
Preguntó Gardel:- ¿Tu vieja es tana o gallega?
–Tana respondí.
–Entonces que haga pasta.
Al día siguiente ensayamos y cuando mi madre comenzó a amasar los ravioles, Carlitos se sentó junto a ella y dijo:-Doña Otilia, voy a grabar un tango de su hijo, “Dandy”, que será un golazo:-Escuche seroña, y cantó “Dandy” a cappella para mi vieja.
Fue uno de mis grandes amigos, por suerte nos reencontramos y nos vemos a diario.
El otro fue Homero Manzi. Gracias a él entré en la historia grande del tango porque me dio la oportunidad de componer la música de “Malena”.
Homero era completo. Poeta, guionista de cine, y militante político.
Con Arturo Jauretche fue uno de los fundadores de F.O.R.J.A., que terminó adhiriendo al peronismo. Homero se fue a los 44 años y con él murió Buenos Aires.
Una tarde del año 1941 me dijo:-Tengo una letra para vos, y me entregó, escrito en papel de estrasa, un poema manuscrito. Arriba, subrayado con lápiz decía “Malena”.
Fui caminando hasta un café que estaba frente al Jardín Zoológico y en 15 minutos escribí la música. Yo creo que el mismo Homero me la dictó desde algún lugar que compartía con los fantasmas de la canción.
“Malena” la estrené con mi orquesta en la boite Novelty y la cantó Osvaldo Miranda.
Enseguida comenzaron las versiones de quien era “Malena”.
Una cupletista española que vivía en Brasil, Malena de Toledo, decía que era ella. También una cantante que se resiste a visitarnos en el otro mundo dice lo mismo.
El secreto se lo llevó Homero a la tumba. Pero ahora en el café la nombra y la extraña.
¿-Y usted sabe quién es? Preguntó Paredes.
-Creo que si. Pero no soy yo el indicado para develar el secreto. Luego, mirando los ojos de Malena, la que esconde una esperanza humilde, dijo:-La siento más buena, más buena que yo.
Hubo un murmullo en el café, y gran sorpresa en los Catedráticos.
Malena fijó la mirada en el piso.
Demare, incorporándose, dijo:-Debo retirarme porque hoy es el cumpleaños de San Lucio Primero, Papa, y hay gran milonga en el Paraíso.
Pero si quieren mas información convoquen a Homero Manzi, que es un caballero y se pondrá contento si lo llaman.
Saludó a Malena con emocionado beso en la frente, se dio un abrazo con el Sr. Musante, y se desintegró.



martes, 15 de junio de 2010

Reflexiones sobre la ceguera en el tango





Hay un tema que quita el sueño a los hombres sabios del café.
Fue instalado por Julio Paredes, el poeta del barrio, y es por qué hay tanto ciego en el tango.
-“Viejo ciego”,La cieguita”, “Charlemos”, “El ciego inconsolable”, “Gallo Ciego”, sólo para nombrar los más difundidos, exponía Paredes ante los Catedráticos.
-Lo que puedo hacer es invocar esta noche al ciego Tiresias y lo traigo mañana al café.
Piense que el griego viene de lejos y la sabe lunga, acotó el vidente Locuco.
-No se si es el hombre indicado, porque Tiresias falta a la verdad, dijo Malena, la que esconde una esperanza humilde.
¿-De dónde saca eso Malena? Preguntó el Sr. Musante, el tanguero que volvió de la muerte.
-Me lo dijo él, afirmó Malena. –Reconoció que a Edipo le mintió. Que toda esa historia siniestra con su madre era un invento, y que él, Tiresias, fue el culpable que Edipo se arranque los ojos.
-Pero gracias a esa mentira nuestra música sobrevivió muchos años. No olvidemos la temática edípica del tango, afirmó Paredes.
Habló el tordo Laferlita: -Recordemos un gran tango: “Dandy, en ves de darte tanto corte pensá un poco en tu viejita y en su dolor.”
-Para terminar: “Pero un día cuando nieve en tu cabeza, a tu hermana y a tu vieja, llorarás.” Edipo está presente en La Reina del Plata, concluyó.
-Traiga a Tiresias mañana y conversamos, dijo Paredes a Locuco.
Al atardecer del día siguiente hizo su entrada en el café el vidente acompañado por el mítico Tiresias vestido de milonguero. Saludó y tomó asiento junto a Malena.
¿-Cómo le va Malena? Preguntó.
¿-Bien y usted?
-Acá estamos, arrastrando la culpa de haber provocado la desdicha en la vida del pobre Edipo.
-Eso lo pone mal, afirmó el tordo Laferlita.
-Diríamos que casi mal, no del todo. Porque Edipo, en vez de aguantársela piola y rejunar cayetano el expediente, se le dio por componer.
Escribió ese mamarracho llamado “Madre hay una sola”.
-Pero ese tango es de José de la Vega, dijo Paredes.
-De la Vega lo firmó, pero el verdadero autor es Edipo:
“Pagando antiguas locuras, y ahogando mi triste queja,
volví a buscar en la vieja aquellas hondas ternuras que abandonadas dejé.
Y al verme nada me dijo, por mis torpezas pasadas,
palabras dulcificadas de amor por el hijo que un día se fue.”

Si la vieja no le dijo nada ¿Dónde están las palabras?
Un otario con todas las letras.
-Sabemos que usted, después del zafarrancho que armó en Tebas tuvo que rajar, dijo Paredes.
-Yo he vivido dando tumbos, rodando por el mundo y haciéndome al destino, contestó Tiresias.
Continuó:-Hasta que ha principios del siglo veinte recalé en mi Buenos Aires querido. Hubiese seguido rodando pero descubrí un noche la voz de Carlos Gardel. El Morocho me cambió la vida. Ustedes estuvieron presentes en los festejos del Bicentenario. Es de un carisma extraordinario. Lo único que le reprocho es el trato que le da al Espíritu Santo. Se trata nada más y nada menos que de un integrante de la Santísima Trinidad. Creo que el Mudo se debe dirigir a él con más respeto.
-Cara de cura, le dijo adelante nuestro, comentó el tordo Laferlita.
-Hablé con Carlitos y le dije que debía moderar el trato hacia el Espíritu Santo.
¡-Pero si venía para caballo y se quedó de sota! Cómo puede alguien celestial como él ser admirador de Alberto Margal y de la orquesta de Enrique Rodríguez, me contestó el Zorzal.
-La orquesta de Rodríguez sonaba bien, dijo el tordo Laferlita.
-Enrique Rodríguez era un ecléctico, acotó con sabiduría, Paredes.
-Rodríguez era de cuarta, cerró la discusión Tiresias. ¿Cómo pueden tomar en serio a alguien que ubica sus tangos en Hungría?
-Tiresias ¿Lo ha visto a Borges en el café “El Pensamiento”, preguntó Malena.
-Si, viene a menudo con su amigo el finado Bioy. Cuando supo que yo estaba me llamó y comparto su mesa. Se interesó mucho por mi historia. Pero a Gardel lo ignora.
Está esperando que se constituya Jorge Vidal. Según el dúo Borges-Bioy, Vidal es superior a Gardel. Dice Borges que la mejor versión de “Flor de Fango”, de Pacual Contursi es la de Jorge Vidal. Además de ciego es hipoacúsico.
-Usted le mintió a Edipo, también se cuenta que se burló de dos ciegos en Montevideo. Es de hacer bromas pesadas, acotó Malena.
-Es cierto. En Montevideo una tarde yo atravesaba la Plaza de la República. Había dos ciegos sentados en un banco. Estaban de cara al río y existía una diferencia de más de un metro entre ellos. Me acerqué y hablando hacia el espacio libre dije:-Joven ciego, acá le dejo cien pesos para que usted comparta con su compañero. Por supuesto que no dejé nada y me retiré unos metros. Uno de los ciegos le dijo al otro:-Dame los cincuenta mangos que me corresponden. Contestó el de al lado:-Vos tenes los cincuenta que son para mí.
Al minuto tiraban trompadas al aire. Me acerqué sigiloso y grité: ¡-Con el cuchillo no, con el cuchillo no! Después me retiré contento. Malena usted me habla de bromas pesadas. ¿Y la que me hicieron a mí? Nací hombre, después los dioses me convirtieron en mujer, luego volví al sexo masculino. Me dejaron ciego y solo. Junto a mi hija Dafne eche a rodar por el mundo. Y acá estoy, para siempre, en la ciudad junto al río inmóvil.
Irrumpió Paredes autoritario:-Sólo usted puede decirnos porque hay tanto ciego en el tango.
-Antes de contestar a su pregunta de manera irrefutable, quiero contar algo que dijo Borges con respecto a Carlos Gardel. Mi amigo, el maestro Antonio Carrizo le pidió a Georgi que hablara de Gardel. Contestó Borges:- Habíamos visto un film de von Stenberg con Mastronardi. Creo que “La ley del hampa”. Esto fue en el año 1927. Teníamos una impresión épica. Después iba a cantar Gardel. Pensamos “El tango, que triste, después de ver este film estar oyendo a ese maricón, y nos fuimos y no lo vimos”.
No es cierto lo que dijo Borges. Él lo vio. El que se retiró fue Mastronardi. .
Hay muchos ciegos en el tango. ¿Y sabe por qué? En presencia del Mudo escuchan su voz prodigiosa y se enceguecen.
Son tangueros que vieron la luz. Ya no la necesitan. Ellos son la luz.



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miércoles, 9 de junio de 2010

El centenario de Don Osvaldo Pugliese





A fines de noviembre de 2005 se constituyó en el café un señor canoso y de gran presencia, como el torero Gallito dicen que fue. Pidió hablar con los integrantes de la Cátedra.
Dijo:-El 2 de diciembre, día del natalicio de Osvaldo Pugliese, vamos a colocar una placa recordatoria en la casa que lo vio nacer. El maestro cumpliría 100 años.
¿-Dónde pondrán la placa? Preguntó Julio Paredes, el poeta del barrio.
-En su casa de la calle Canning. Lo que quiero, y por eso estoy acá, es invitarlos.
-Se agradece dijo el ex rengo.
Continuó el señor alto y canoso:-Necesito que uno de ustedes haga las veces de locutor.
En ese momento, mientras hacía su entrada al café, el Doctor Laferlita dijo:-Yo puedo ser el animador que a usted le hace falta.
-Descubriremos una placa alusiva al cumpleaños número cien del gran compositor. Después su hija, la Beba, tocará en un piano que pondremos en la vereda, los mejores tangos de su padre.
Malena, la que esconde una esperanza humilde, preguntó:-Día, hora y lugar.
Contestó el señor alto y canoso: -Canning 392, el 2 de diciembre a las 19 horas.
Los integrantes de la Cátedra se dieron cita en la dirección donde nació el maestro en Villa Crespo, también conocido como el barrio elegido.
Estaban Don Julio Paredes, Malena, el Sr. Musante, el Dr. Laferlita, el vidente Locuco y el ex-rengo.
Contra la pared de la entrada de la casa había un paño blanco al cual le habían adosado un clavel rojo. Debajo estaba la placa a descubrir.
El clavel tiene su historia. Durante años Osvaldo Pugliese estuvo prohibido por sus ideas políticas. Cuando en los bailes se presentaba la orquesta y el maestro estaba preso, un reflector iluminaba el teclado del piano sobre el cual colocaban el simbólico clavel rojo.
A las 19 en punto dio comienzo la ceremonia.
El Dr. Laferlita, con un papel en su mano izquierda y el micrófono en la derecha,
comenzó anunciando solistas y cantores que se arreglaban como podían para hacerse escuchar en el tránsito tremendo de Buenos Aires al atardecer, y en la esquina maldita de Canning y Corrientes.
A las 19,30 se retiró el clavel rojo y se descubrió la placa fileteada por el artista Luís Zorz.
-A continuación, anunció Laferlita, la Beba Pugliese interpretará el tango emblemático del glorioso maestro, “La Yumba”.
Mientras Laferlita hacía la presentación, Malena y Paredes miraron al vidente Locuco.
Este mantenía sus ojos cerrados.
Cuando la Beba arrancó con los primeros compases, el sobrio vestido blanco que lucía se fue oscureciendo hasta transformarse en un traje negro. Después del octavo compás su persona sufrió un cambio radical hasta transformarse en su padre, Don Osvaldo Pugliese.
El público escuchaba azorado el sonido de “La Yumba” interpretada por su autor, desaparecido físicamente hacía unos pocos años, que había reemplazado a su hija.
La gran sorpresa fue que en el instante que Don Osvaldo se materializó tocando el piano en la vereda dejaron de sonar bocinas, motores, sirenas y alaridos.
Un silencio de catedral se instaló en la esquina de Canning y Corrientes mientras duró la interpretación de “La Yumba”.
Faltando segundos para terminar el tema, Don Osvaldo cedió la imagen a su hija
que tocó los acordes finales.
Una ovación del otro mundo acompañó a la Beba cuando se incorporó para saludar.
Todos los fabricantes del ruido de infierno que nos acompaña a diario en mi Buenos Aires querido dejaron de rugir para disfrutar del momento.
Los tangueros festejaban la gloria de Don Osvaldo como se celebra un triunfo en el turf, bien denominado el deporte de los reyes. Sin la vulgaridad del fútbol.
Un Ingeniero japonés llamado Mamoru Yamagata, enviado por la Academia de Tango de Japón pera registrar el evento lloraba conmovido.
El público se desconcentró en silencio y al infierno de Canning y Corrientes retornaron colectivos y sirenas de bomberos.
Paredes se acercó al representante de oriente y le dijo:-Ponja, venite con nosotros al café.
Una vez instalados en su lugar de siempre los integrantes de la Cátedra comentaban que solo Pugliese, el único Santo Ateo, podía lograr hacer silencio en esa esquina ensordecedora.
El japonés expreso en correcto español:-Nunca vi una cosa semejante. Y lo voy a dejar por escrito en el informe que tengo que elevar en Tokio ni bien llegue. Cuando La Academia de Tango de Japón lo publique se los mando.
Don Julio Paredes, el poeta del barrio, acotó:-Don Osvaldo hace milagros.
Malena, la que esconde una esperanza humilde agregó:-El tango tiene todo el pasado por delante.




martes, 1 de junio de 2010

Una opinión autorizada


Estimado frate, cultor del tango y del análisis del tango: he tomado
conocimiento de su digno blog, adentro del cual hallé un minucioso análisis
de las imposibilidades temporales del tango "Trago Amargo". Como la viejita
no era Jerry Owen ni Juan Manuel Fangio, el hijo, además de cornudo, era un
guacho. Más perezoso y menos detallado que Usted le transfiero parte de la
letra de un tango semiturfístico, donde observará usted que la imposibilidad
fáctica y lógica de lo que narra el "héroe" explica en gran medida sus
deplorables fracasos (los de él). Vea usted:

**

*SE TIRAN CONMIGO*

Estoy mirando de frente pasar la vida fulera,
ambulando, sin un cobre, sin tener dónde dormir,
los amigos no se arriman, se florean con gambetas,
la mina no quiere lola, se entreveró con un gil.
*Los últimos cuatro mangos* traté de multiplicarlos
jugándole a Leguisamo, por el pescuezo perdió,
*y en la carrera siguiente le aposté* a Rubén Quinteros
y el Maestro, sobre el disco, del todo me amasijó.

Una sola pregunta, relativa a la "carrera siguiente":
¿Y LA GUITA DE DONDE LA SACÓ?
Lo saluda fraternalmente,
Emilio de Ípola

Carlos Gardel festejó el Bicentenario Argentino

Miembros de la Secta Esotérica "Testigos de Gardel"

Transcurría tranquila la mañana en el café cuando llegó el vidente Locuco visiblemente alterado.
-Anoche, por vías paranormales, se comunicó el ciego inconsolable del verso de Carriego. El que fuma en el umbral.
Me pidió que los convoque el viernes a medianoche en mi casa de Múnro porque traerá un mensaje de Carlos Gardel para nosotros.
El comentario de Locuco impresionó a los integrantes de la Cátedra del café.
El Doctor Laferlita comentó:-No puedo creer que Gardel quiera hablar conmigo, y se largó a llorar.
Julio Paredes dirigiéndose a todos dijo:-Escuchemos el mensaje del ciego inconsolable; después vemos si hay que llorar o no.
El viernes a medianoche estaban sentados ante la mesa redonda en casa del mago de Munro.
El vidente Locuco susurró las palabras correspondientes y de inmediato se materializó el ciego inconsolable del verso de Carriego que fuma sentado en el umbral, expresó:-Antes que nada, buenas noches. Soy el delegado personal de Carlos Gardel. Les ruego que esperen unos minutos porque vino conmigo el ciego Tiresias. Se fue a caminar por la calle Corrientes pero se presentará enseguida.
¿-Dejó de fumar? Preguntó Paredes.
-Si, contestó el ciego inconsolable.
-Pero igual no encontró un consuelo, continuó Peredes.
-Si encuentro consuelo dejo de pertenecer al mundo del tango.
Entonces tendría que recalar en el café de los eufóricos, donde se escuchan bambucos y cumbias. Sería espantoso, concluyó el ciego inconsolable.
De improviso se materializó Tiresias que verborrágico arrancó:
-La calle Corrientes ya no es la de antes. A medianoche, hace 50 años, había multitudes, y no estoy de acuerdo con otro ciego que dijo que el rostro de la gente que circula de noche por la calle que nunca duerme adquiere aire canallesco.
¿Dónde está esa multitud? Preguntó Tiresias.
-Está muerta o en geriátricos, contestó Paredes. Continuó:-La noche porteña, a la que usted se refiere, tiene fecha precisa de defunción: 18 de mayo de 1975 día de la muerte de Aníbal Carmelo Troilo.
Habló el rengo:-Tiresias, usted nos da sus impresiones sobre la actual calle Corrientes, pero son las conclusiones de un ciego.
-Mi buen amigo, dijo Tiresias.-Su racionalismo heredo-socialista me abruma. Como escribió el poeta Eugenio Mandrini, en el reino de los ciegos, los ciegos ven.
Malena, la que esconde una esperanza humilde, preguntó:-Tiresias, siempre tuve dudas sobre su relación con Edipo. Sobre todo cuando le comunica que ha matado al padre y tenido sexo con su madre. Mi opinión es que se lo podía haber ahorrado.
Contestó Tiresias:-Malena, tres mil años después puedo contar la verdad. Lo que dije al finado Edipo no era cierto. Me arrepentí porque todo terminó muy mal. El pibe se arrancó los ojos por culpa mía.
¿-Y usted qué hizo? Preguntó el tordo Laferlita.
-Eché a rodar por el mundo mi afán de glorias y besos. Contestó el ciego y agregó.-Por suerte todo se había olvidado hasta que apareció el brujo de Viena e inventó una triste historia. El rusito tenía buena pluma y el desarrollo del tan mentado complejo de Edipo está bien contado y por ese motivo le dieron el premio Goethe en 1928; un premio literario.
Lo que no entiendo es como se lo pueden tomar en serio, concluyó.
El vidente Locuco interrumpió:-El ciego inconsolable del verso de Carriego nos trae un mensaje de Carlos Gardel.
-Así es. El Zorzal está organizando un festejo en el café “El Pensamiento”.
El motivo es el Bicentenario y hemos venido a invitarlos.
Dijo Don Carlos que sería un gran honor para él y para todos los tangueros del Paraíso contar con vuestra presencia.
La invitación cayó como un balde de agua fría sobre los Catedráticos.
¿-Tenemos que ir hasta allá? Preguntó el rengo aterrado.
-Por supuesto, contestó el ciego inconsolable.
-No hay ningún problema, manifestó el vidente Locuco.
-Con el Espiritismo Científico que yo practico los puedo llevar al Paraíso en segundos. También les puedo garantizar la vuelta.
Paredes rompió el silencio:-Yo me anoto.
Lo siguió Malena:-Yo también.
¿-Y usted Musante nos acompaña? Preguntó Paredes.
-No se, contestó el Sr. Musante. -Ya estuve y es un mundo maravilloso.
Lo que es muy feo es el regreso. Pero voy a ir. Gardel vale el esfuerzo.
¿-Y usted Laferlita?
-Voy con ustedes, contestó, llorando, el tordo.
-Tienen que estar en la puerta el 25 de Mayo al atardecer, dijo el ciego inconsolable.
Habló Tiresias dirigiéndose al rengo:-Usted también puede ser de la partida. Además podemos hacer un milagro. Cuando San Pedro abra el portón usted podrá caminar sin las ortopédicas. Eso si, cuando regrese las tendrá que usar de nuevo.
El rengo miraba a Tiresias emocionado.
Cerró el ciego inconsolable:-Nos vamos. El 25 de mayo los espera Carlos Gardel y desaparecieron.
El vidente Locuco expresó:-El 25 de mayo a las seis de la tarde en punto estén acá.
La tarde fijada se dieron cita en el viejo caserón de Munro.
El vidente Locuco los hizo sentar alrededor de la mesa ovalada y dijo:
Agarrense de la mano, cierren los ojos y sueñen con la pinta de Carlos Gardel.
Segundos después se encontraban de pie frente a un portón de madera pintado de un verde luminoso.
-Pedriño, abrí el portón, gritó el vidente Locuco.
San Pedro abrió la puerta y los hizo pasar.
-Los acompaño, dijo.
Cuando estaba cerrando con llave, Paredes le comentó al Sr. Musante:-No me había dicho que San Pedro portaba escracho semejante. Lo llevas a un jardín de infantes y los pibes lloran.
Caminaron detrás del santo y enseguida estaban frente al café “El Pensamiento”.
-Acá los dejo, dijo San Pedro y se fue.
Todos estaban muy emocionados. Julio Paredes abrió la puerta y le dijo a Malena:-Las damas primero.
El café estaba vacío y se sentaron en una mesa junto a la ventana.
Desde una puerta lateral apareció Julio Jorge Nelson, acercó una silla y una vez acomodado empezó:-A través del tiempo y la distancia perdura su nombre como el más auténtico símbolo de nuestro arte menor. Carlos Gardel, el bronce que sonríe. Tomó aire y continuó: ¿-Como están? Los esperaba. Son los invitados de honor en este lugar distinguido.
Se abrió la puerta y comenzaron a llegar tangueros y famosos.
Toda buena gente que había elegido pasar el resto de su existencia en el cielo.
Osvaldo Pugliese entró conversando amablemente con Tita Merello.
Ada Falcón del brazo de Francisco Canaro.
Homero Manzi solo, sin pareja, seguramente esperando a alguien que parece inmortal. Mercedes Simone; la Ñata Gaucha con ropa masculina. Don Ignacio Corsini hizo su entrada del brazo de su esposa Victoria.
Hugo Del Carril entró con Chupita Stamponi hablando de su criadero de nutrias en el Río Carapachay.
Leguisamo y Alfredito Lepera ocuparon la mesa reservada a los íntimos amigos de Gardel.
Enrique Cadícamo entró luciendo camisa de seda natural y la elegancia de siempre. Aníbal Troilo, también con camisa de seda, del brazo de Zita.
Hubo murmullos cuando hizo acto de presencia Don Cátulo Castillo que
se dirigió hacia la mesa de los que están vivos y buscó los ojos de Malena:-Usted por acá, tengo reservado un lugar junto a los viejos poetas, pero me gustaría sentarme a su lado. Julio Paredes de inmediato le consiguió una silla. Una vez ubicado, Cátulo preguntó a Malena: ¿-Aun esconde una esperanza humilde? Malena hoy va a tener una respuesta a su pedido.
De improviso se hizo el silencio. Es que hacía su entrada Enrique Santos Discépolo el más grande de los poetas de tango.
Una cerrada ovación acompañó a Discépolo que se sentó ante una mesa, solo.
Don Julio Jorge Nelson se constituyó en el escenario y pidió: -Un aplauso para los amigos tangueros que están vivos y vinieron especialmente desde la Reina del Plata para honrarnos con su presencia.
Después de los aplausos correspondientes dijo:-A continuación, y celebrando la fecha patria y el Bicentenario escucharemos el Himno Nacional Argentino interpretado por la Orquesta Celestial compuesta por quinientos profesores y dirigida por el maestro Juan D’Arienzo.
Todos se pusieron de pie para escuchar al Rey del Compás dirigiendo la canción patria.
Continuó Don Julio Jorge:-A continuación el trompetista Rondinelli hará sonar su corneta del otro mundo interpretando la diana anunciando la fecha.
Don José Rondinelli se paró frente al micrófono e hizo sonar su trompeta celestial.
El tordo Laferlita al escucharlo exclamó: ¡-Es la patria, es la patria!
El trompetista rosarino hizo mutis por el foro, circunstancia que aprovechó Nelson para decir:-Y ahora, distinguido público, antes de deleitarnos con la voz inigualable de Carlos Gardel, debemos recibir a ese gran argentino que combatiendo el capital se ganó el respeto y la admiración de todos.
Señores y señoras estoy hablando del Teniente General Don Juan Domingo Perón, que del brazo de su señora madre, doña Juana Sosa Toledo, hace en estos momentos su entrada triunfal.
Juan Domingo Perón, vestido con el uniforme de gala del casi glorioso Ejército Argentino, caminaba rumbo a su mesa del brazo de su madre.
Malena miró al mediador emocionada.
¿-Vio que todo iba a terminar bien? Dijo Cátulo.
Siguió Nelson:-A continuación hará uso de su voz extraordinaria el número uno de la canción mundial, Don Carlos Gardel.
El Zorzal apareció en el escenario vestido con un vistoso atuendo de gaucho y acompañado de sus guitarristas Aguilar, Riverol y Barbieri.
Lo seguía un séquito muy extraño. Preguntó Paredes: ¿-Quienes son los que rodean al Morocho? La respuesta vino de Cátulo:-Son integrantes de la secta esotérica “Testigos de Gardel”. Gente de la pesada.
Dijo:-Amigos del tango. Festejamos hoy el Bicentenario de la patria. Quiero destacar que gracias al Profesor Locuco están presentes los tangueros Catedráticos del café y también la señora Malena, que esconde una esperanza humilde. Voy a cantar primero para mi Argentina querida “El sol del veinticinco” y después el tango “Malena”, obra de Homero Manzi y Lucio Demare, y que yo no pude grabar por el incendio.
Los integrantes de la Cátedra del café eran concientes que estaban estaban ante la presencia de un mito y siendo testigos de un hecho extraordinario.
Empezó a llorar el tordo Laferlita y segundos después lloraban todos. Hasta Don Julio Paredes, un hombre duro si los hay.
Cuando terminó de cantar “Malena”, Carlos Gardel bajó del escenario y se acercó a la mesa de los Catedráticos.
Tomando una silla dijo:-Si me permiten, y se sentó junto a ellos. La guardia imperial de “Testigos de Gardel” se paró detrás.
-Es un honor que hayan venido desde mi Buenos Aires querido al no tan triste más allá.
¿-Musante, viene a quedarse?
-No, regreso con mis amigos.
-Puede volver cuando quiera porque dejó un gratísimo recuerdo.
-Muchas gracias, Don Carlos, contestó el Sr.Musante.
Continuó Gardel:-Estoy desde 1935 año en que la funesta Iglesia Católica me prendió fuego. Pero me reencontré con gente muy querida y nos vemos a diario. Mi madre, doña Berta, está a mi lado y me ceba mate a la mañana. Almuerzo con Mona Maris y a la tarde vengo al café con los amigos. ¿Qué más puedo pedir?
El rengo interrumpió a Carlos Gardel:-Don Carlos yo le quiero pedir algo.
-Que se le ofrece, preguntó el Zorzal.
-Tuve poliomielitis de chico y uso prótesis para poder caminar.
-Como Cucusita, dijo Paredes.
Gardel, festejando la salida de Paredes, preguntó: ¿-Quiere conocer al Doctor Tanbueno?
-No me cargue Don Carlos. Cuando el ciego inconsolable me invitó, Tiresias me dijo que acá no necesitaba ayuda y podía caminar como cualquiera. Se cumplió. Pero dijo también que cuando vuelva a la Reina del Plata el don desaparece y vuelvo a ser un lisiado. Querría saber si con su influencia puedo conseguir que cuando regrese sea un caminante más.
-Vamos a hacer algo por vos, dijo Don Carlos. Dirigiéndose a la mesa masculló:-Detrás de ustedes y a la derecha está sentado el Espíritu Santo. La cara no lo ayuda. Parece, patente, un gil de lechería. Es admirador de Alberto Margal. Pero vamos a intentarlo.
Don Carlos, dirigiéndose a la mesa donde estaba el numen de la santísima trinidad, autoritario gritó: ¡-Pastenaca, a vos te hablo!
El Espíritu Santo sorprendido miro hacia la mesa donde se encontraba sentado el Morocho con su guardia pretoriana.
¿-Don Carlos, se dirige a mí? Pregunto esa rara mezcla de Dios y pantera.
-Si a vos te hablo, cara de cura. A mi lado está mi amigo el gorrén. Quiero que hagas el milagro para que cuando vuelva a la Reina del Plata pueda caminar como Dios manda. ¿Me entendiste?
-Por supuesto, ya está hecho, dijo el Espíritu Santo. Los integrantes de la cátedra miraron al rengo con alegría.
Se escuchó la voz de Julio Jorge Nelson:-Para terminar la gran fiesta nacional al mago del piano, Don Enrique Delfino, el famoso “Delfy”, tocará el Pericón Nacional.
Cuando empezaron los acordes se formaron las parejas:
Malena de la mano de Cátulo, Paredes con Tita Merello, El tordo Laferlita con Mercedes Simone, el Sr.Musante con Rosita Quiroga, el vidente Locuco con Sabina Olmos.
Carlos Gardel y el Teniente General Perón con sus madres respectivas.
Terminada la danza nacional Locuco llamó a sus amigos.
-Debemos regresar que se nos viene la noche.
Malena se despidió de Cátulo que después de besar su frente, susurró:-Hasta la vista hija.
Cuando iban caminando hacia el portón el vidente Laferlita ordenó:-Tomados de la mano y soñando con la pinta de Carlos Gardel.
Para sorpresa de todos cuando cruzaron la puerta se encontraron sentados ante la mesa ovalada de la casa del vidente.
El primero en hablar fue el rengo:-Puedo caminar como cualquiera, dijo.
-Entonces tomatelas, dijo el poeta Paredes.
El ex rengo, feliz, abrió la puerta y salió corriendo.
Se hizo un profundo silencio causado por la emoción de la fiesta vivida.
Unos minutos después el vidente Locuco dijo:-El Paraíso de Gardel no tiene comparación con nada, pero hay algo que voy a extrañar cuando me vaya.
¿-Qué cosa? Preguntó Paredes.
-La niebla de Munro.